Translate

domingo, 14 de marzo de 2010

Humildad no igual a humillación: reflexiones a propósito de la muerte de Miguel Delibes y su obra

Ha muerto Miguel Delibes. Todo el mundo lo sabe. Pero habrá mucha gente que ni sepa quién fue, o sólo le suene porque le obligaron a estudiarlo en el colegio. Creo que a mí me obligaron a leer El Camino. Ni me acuerdo de qué iba en concreto. Pero el poso que dejó en mí fue el de una tristeza y avatimiento difícil de superar. En las obras que de él he leído -pocas- predomina un pesimismo atroz, quizá por ello un adolescente obligado a leer una obra así lo rechaza, porque no se siente concernido. O no se quiere ser concernido.
Tuve que ver la película primero para leer después Los Santos Inocentes, ya mayor, con información y conocimiento de lo que te rodea suficiente para sentirte reflejado en esa obra aunque sea a través de tus más inmediatos antepasados. Mi madre se crió en una dehesa, de frailes que la recibieron en donación de una duquesa, pero en lo esencial funcionaba como una dehesa, con su administrador y todo, como los de LSI. Mi abuela hacía las labores de Régula, vivía cerca de la entrada y era la encargada del teléfono. No me consta que mi abuelo fuera cazador, pero seguro que cazaba para completar la dieta familiar. Creo que hasta ahí las similitudes, aunque mis abuelos estuvieron trabajando para señores de otras dehesas o cortijos que no eran frailes.
Habrá gente que crea que no pierde nada si no lee a Delibes. Delibes no moraliza, muestra una realidad que se ha vivido en este país hasta hace muy poco. Abuelos y bisabuelos de adolescentes de ahora han vivido así, aunque éstos no querrán quizá saber que sus antepasados vivían con humildad toda suerte de humillaciones siendo en la práctica esclavizados por cuanto señorito les tocara como patrón. Hacer todo tipo de trabajos por un sueldo miserable. Por un techo mínimo, unas paredes deconchadas, húmedas que más que abrigar hielan la sangre.
LA LECTURA ES SENCILLA, no diserta, ni muestra un análisis psicológico de los personajes, no dice lo que piensan, simplemente se muestra frase a frase, pincelada a pincelada un paisaje, unas gentes, unas situaciones que hablan por sí sólas y no admiten controversia. Sólo se pueden calificar de una forma: miseria. Pero no miseria de la pobreza de la familia protagonista, sino la miseria vertida por todos los que les rodean. Hacer determinados trabajos no es humillante, la humillación viene de los que por hacer lo que ellos no quieren encima te humillan. La humildad es aquello que tienen las personas que hacen lo que les toca hacer sin sentirse humillados.
Pumares contó en una ocasión que en una proyección de la película la gente se levantó aplaudiendo ante determinada escena que no repetiré para no destripar ni libro ni película. Si eres humano también aplaudirás cuando eso suceda. Porque por muy humilde que uno sea tiene dignidad, y ésta habla cuando recibe una humillación.
Vivo actualmente en una zona como la que sale en la película, quizá no se rodó muy lejos de aquí. Zafra no queda muy lejos. A veces ves personas como Régula, Paco, Quirce, Nieves, Azarías, La Niña Chica y todos los que se aprovechan de su necesidad e ignorancia. Los Santos Inocentes no son un retrato del pasado, sigue vigente, y seguirá siéndolo mientras exista gente a la que se mantiene en la ignorancia con el único fin de aprovecharse de ella.