Translate

viernes, 12 de octubre de 2012

Sustancialmente virgen o la Marilyn Monroe de nuevo cuño


Hace mucho tiempo que sé que pocas cosas pueden sorprender ya en la vida. Pero es digno de mencionar las novedades. Quien consigue sorprenderte merece tener el honor de preservar ese recuerdo en tu memoria.
El personaje de Marilyn Monroe siempre me había parecido en mi infancia y mi adolescencia insufrible. Pero en la época en que JFK era la película de moda, junto con el resto de sus compañeras fruto de la cabeza de Oliver Stone, surgió junto con esa oleada de puesta de moda del personaje de Kennedy la figura de su insigne amante. Ahí me pilló, la larga sombra de Marilyn, por su persistencia a lo largo de los años me cogió en plena afición a las teorías de la conspiración, al cuestionamiento de la autoridad dominante. Estados Unidos, hasta entonces, era para mí el sumun de la modernidad y la perfección empezó a hacer aguas. Así fui acercándome al personaje de Monroe, por el final, por su muerte, su final lleno de preguntas sin respuesta. Años después de JFK, llegó a mis manos la novela de Joyce Carol Oates. Era una biografía novelada. Y dejé llevarme por esa pena que se siente por las mujeres cuya dignidad no tiene nada que ver con cómo y quién practican el sexo. Personajes endurecidos por el abandono y el desprecio de hombres que sólo buscan la carátula, el maquillaje, el trofeo, y para nada la mujer real a quien convertir en compañera, en objeto de cuidados y de respeto.
A lo largo de mi vida he conocido y hasta hecho amistad con mujeres guapas y deseadas por todo bicho varón que las observara. Pero en un entorno académico, estas guapas eran además listas.
Décadas después me topo con la real encarnación de Marilyn Monroe. Llegada del universo español más parecido a Los Ángeles que pueda haber en España. Hasta el motivo por el que llegó aquí atenta contra su dignidad, pero ella no lo descubrió hasta pasadas unas semanas. Creyendo que tenía un novio en la distancia, éste la chantajeó emocionalmente para traerla a vivir con él y llevar a término el famoso dicho “un clavo saca otro clavo”. La chica dejó su trabajo, hizo las maletas y se presentó. Por unos avatares acabo hablando con ella. Se siente cómoda y por no sé qué motivos me hace la revelación:
“Soy Virgen”, mi cara de cartón piedra, porque yo sé de primera mano que no lo es. Y me aclara.
“La sustancia del hombre nunca ha entrado en mi cuerpo, por eso soy Virgen”. Y ahí no supe donde meterme. La eficacia del autoengaño no conoce límites. Su caso era peor, no paraba de decir:
“Yo soy una señorita”, mientras por su amante de turno sabíamos de sus proezas sexuales que dejarían en pañales a la protagonista de Garganta Profunda.
Por más que diversas culturas se empeñen en basar la virginidad en un tejido biológico: el himen, lo cierto y verdad es que la virginidad es más un estado espiritual que físico. A poca imaginación que se tenga se pueden encontrar ejemplos de ello, y que no mencionaré por su truculencia. Pero un ser humano puede ser sujeto pasivo de un acto sexual, y no perder su inocencia, dado que no sabe en qué consiste ese acto. Hasta aquí -más fino no se puede decir-. Por lo tanto perder la virginidad representa la pérdida de la inocencia, una chica puede conservar físicamente su himen, y hacer muchas otras cosas más.
Otras perlas que obtuve de mi conocimiento de esta reencarnación de Marilyn fue:
“Si no respeta mi alma, no tendrá mi cuerpo”, dicho mientras ya se estaba tirando a otro tío que no era su novio.
“Me ha caído pelo de un cliente y me he echado lejía en el pie”.
“Esto está muy distraído –sucio-, y esto también“.
“Limpia porque la obliga el marido”, dicho de una vecina.
“Es que si limpiáis nos dejáis por unos guarros” dicho a unos vecinos sobre la escalera del portal.
“De qué me sirve estar buena si estoy sola”.
“Soy empresaria, estoy buena y estoy preparada”, dicho a su novio.
“Mi novio es macavélico”, refiriéndose a los que emulan en su proceder a Maquiavelo.
Estas chicas pasan por cándidas, pero no, es un personaje muy currado, hacerse las tontas, soltar mentirijillas y poner cara de que van a llorar. A lo mejor aparentan estar avergonzadas cuando son pilladas en un renuncio, pero enseguida se recuperan y son capaces de relacionarse con quien les pone en solfa si con ello obtienen un rédito. Tienen una maña intuitiva, que funciona bien en planes a corto medio plazo. Pero a la larga sus distracciones las llevan al fracaso. Acaban siendo presas del personaje tontorrón que han creado y en lugar de ahorrar para su gran empresa son capaces de gastarse el dinero en unos zapatos, unos bolsos, o  unos trapitos, en lugar de administrarlo para su gran objetivo. La alimentación por supuesto es un gran coadjutor en el colapso de los planes de estas mujeres. Aunque pongan negocios, no pierden de vista el sueño de tener un hombre a su lado como las otras mujeres a las que tanto detestan, y por eso, en lugar de fortalecerse para trabajar, ayunan como un lama tibetano y se mantienen a base de café y su cafeína, además de otras cosas terminadas en –ína.
Es muy común acabar compadeciéndose de ellas, o involucrado en algún episodio de su vida porque ella lo ruegue como damisela desamparada. Pero al día siguiente están frescas como lechugas, e incluso para quedar bien con su enemigo del que dependen en algún aspecto o varios, culpabilizar y reprochar a quien la ayudó.
Las Marilyn del mundo son supervivientes, manipuladoras, chantajistas emocionales y grandísimas mentirosas. Compadecerte de alguna de ellas cuando sus problemas son de evidente autoría propia, es echar margaritas a los cerdos. Su belleza es un instrumento que han aprendido a pulir a lo largo de los muchos años que tienen, aunque digan que tienen 23, pero ya rozan los 35.
Si una mujer miente a otra mujer en la edad, lo hará en todo, sin miramiento, total, para estas Marilyn las mujeres son potenciales competidoras, seguras críticas, son lo que han  visto toda su vida y sufrido, padecido la envidia por su belleza o el desprecio por el uso que hacían de la misma.
Otra característica de estas Sustanciales Vírgenes es lo bien currada que tienen la melosidad, como ronean incluso cuando saludan a una potencial víctima de su arma de destrucción masiva.
Puedes escucharlas decir “Ojalá fuera fea”, pero no, nunca se desharían del don que la naturaleza les otorgó y que les facilita la vida en grado sumo. Y tan seguras están de su don que el tiempo pasa, el problema de quien cultiva el cuerpo y las mañas para usarlo como ventaja es que no cultivan nada más. Cuando quieren acordar se convierten en Alex, el personaje de Glenn Close en ATRACCIÓN FATAL, sin pareja y bajando el listón de sus miras considerablemente con tal de conseguir lo único que no tienen y sí tienen todas las mujeres de su edad alrededor: pareja y algún hijo. Así, pensando que están con un superhéroe vocacional, descubren que el superhéroe ha estado tras otras mujeres, y de ese modo tras intentarlo con varios acaban con el último de la fila, el más facilón. Pero hasta ése acaba tomando lo que quiere de ella, y si la pone en aprietos la deja sola y se busca otra tía como muralla de contención para que Marilyn no le pida ayuda.
Sí, son dignas de lástima, pero su capacidad de recuperación es inusualmente rápida. Y mientras quede rimel y delineador en el bolso, nunca estarán demasiadas horas entregadas al desaliento.

Sobre la película Los Abrazos Rotos



Ser un director consagrado no da patente de corso a todas sus películas para que éstas sean consideradas obras de arte por ensalmo.
Reconociendo que el guión, los Flash Back, son siempre un logro. Superponer dos historias que son una complemento de la otra es jugársela a que el espectador se impaciente y pase de la película. El do sostenido de conseguir intrigar al espectador es una labor ingente que ya ensayó en La Mala Educación, donde la filigrana era harto difícil, e igualmente se arriesgaba. Porque en un inicio las dos historias, aunque a priori el espectador ducho ya sabe que tienen que ver, tienen que interesar por separado. Y en Los abrazos rotos hay un punto en que ese interés puede decrecer, pero ahí está la labor de una buenísima actriz, para sugerir la intriga, sin palabras, sólo con gestos y tono de voz, con eso basta para encender la chispa de la conexión que se establece entre una historia y su espectador. Blanca Portillo lo borda, y lejos de ser una secundaria de categoría se convierte en la protagonista, lo que consigue en el último tramo de la película. Todo el tiempo sabes que Portillo oculta un secreto a causa de la historia de Arthur Miller en la que Mateo/Harry pretende basar uno de sus guiones. Una historia que a mi parecer debió ser sugerida y no contada, porque prácticamente está desvelando todo, pero Almodóvar corre el riesgo, para él ésa no es la historia importante. Aunque intenta resaltar la pérdida como artista y como amante de Mateo/Harry, Judit se impone, como la Señora Danvers acaba siendo más protagonista que la segunda señora de Winter e incluso la primera. Judit (Blanca Portillo) acaba acaparando la atención de toda la historia. Todas las miradas curiosas están en torno a ella –eso, si te sucede como espectador, aquí se habla de una percepción personal de la película-.
Los Abrazos Rotos, sin ser una obra cumbre de Almodóvar, es un entretenimiento para los muy fans a quienes no les habrán pasado desapercibidos los autohomenajes encerrados en el film. “Chicas y maletas”, la última obra dirigida por Mateo/Harry no es otra cosa que una recreación de “Mujeres al borde de nervios”, pieza a la cual remito a quienes quieran hacer un revisionado de “Los abrazos rotos” si no han apreciado esta semejanza. Primero ver “Mujeres...” y después “Los abrazos rotos”, es un disfrute para quienes encuentren las claves. Por supuesto no hay que hacer paralelismos con la realidad, o ¿quizá sí? Porque sí intentas recordar si Lena (Penélope Cruz) tiene algo que ver con Carmen Maura. Y si esa relación tan intensa con enfado incluido entre Pedro y Maura se refleja de algún modo en “Los abrazos rotos”.
Un punto de la película sumamente interesante, pero no suficientemente explotado en mi opinión, es la ceguera de Mateo/Harry: cómo alguien que vive de y ama lo visual puede readaptarse a un mundo sin imágenes. Cómo se sobrevive a perder el amor y tu herramienta de trabajo a un tiempo. Quizá la historia más antigua hubiera bastado por si sola para llenar la película, y que la historia más moderna donde se desgranan todo lo que quedó oculto fuera un epílogo.
Lo demás son ingredientes accesorios que enriquecen el argumento para que forme parte del universo almodovariano al que nos tiene acostumbrados, historias entre lo berlanguiano y lo folletinesco, pasando por escenas que tocan la cima estética: el hijo no reconocido lazarillo, la mujer abnegada y enamorada que lo da todo ignorada, el hijo del millonario émulo del personaje de Victoria Abril en “Kika”, los dedos de Mateo/Harry desplazándose por las hojas en Braille, y crear situaciones como la del niño que conoce la playa por primera vez, mientras su ignorante padre de su mano conoce por primera vez la playa sin verla. Pero nunca se nos debe pasar por alto lo más importante la denuncia social que supone toda la historia de Lena. Como la mujer es objeto de explotación de múltiples maneras, como su condición nunca elegida le hace ser acreedora de ciertos tratos en la sociedad imperante. ES MUY DURO SER MUJER EN LOS 80, como decía Jessica Lange a Dorothy Michaels en Tootsie, pero seguirá siendo duro en los 90, en los 2000 y siguientes. Mientras haya hombres dispuestos a ofrecer a cambio de sexo y mujeres acorraladas por las circunstancias a quienes no les quede más salida que ofrecerse para salir de una tragedia, la mujer seguirá siendo ese 2º SEXO, un ser supeditado a los hombres en todos los aspectos, porque si al menos todo quedara circunscrito a un intercambio de favores mutuo, nada tendríamos que objetar los demás si ese intercambio es libremente consentido, pero la absoluta creencia de muchos hombres en que una mujer es algo que coger y dejar, pero que ella no es libre para dejar o coger cuando quiera es algo en lo que debemos trabajar todos. Hombres y mujeres debemos ser conscientes de hasta donde un amor o enganche sexual justifica coartar la libertad del otro; o como sucede en el caso de Mateo/Harry, tomar de una amante aquello que desea sin preocuparle en qué lugar le deja, sin darle más amparo que el camerino o despacho donde clandestinamente tienen sus encuentros.
A lo mejor sin pretenderlo, la película dentro de la película, lo sucedido con ella –no quiero desvelarlo- es un grandísimo homenaje a los montadores, personajes no suficientemente valorados en el engranaje de la industria, gente con el talento de cortar y pegar justo en el momento y lugar adecuados, de ordenar historias imposibles como es el caso, con una cierta lógica que el espectador pueda asumir, o incluso de prever que faltan escenas y que hay que rodarlas. Los casos en las que un buen montaje ha salvado una mala película y a la inversa se recogen en los epítomes de Historia del Cine. Y con el trasunto de la película “Chicas y maletas” podemos ver si Penélope Cruz es actriz o no, como alguien tan atacada en su talento puede interpretarse sin talento en tomas, y con mucho talento en otras ayudada por Carmen Machi ejerciendo de una parodia de Candela, comprometida esta vez por narcos en lugar de terroristas chiítas.
Lo que más se agradece siendo incondicional de “Mujeres al borde de un ataque de nervios” es el rescate en pequeños papeles de las que allí fueran actrices. Chus Lampreave haciendo de nuevo de portera, Rossi de Palma haciendo el personaje que encarnara en su día Julieta Serrano.
Aunque breve, destacar la presencia de Ángela Molina, una presencia impresionante, una mujer que representa la edad que tiene o más, que no ha cedido a la apisonadora estética de nuestros tiempos en forma de quirófano y que sigue atrapando la cámara como hiciera en sus inicios con su voz rota y tragada. Un homenaje a su tierra creo que es lo que hace a través de esta mujer, y encarnando a tantas mujeres que se ven con enfermos a los que apenas pueden atender por la insuficiencia de recursos debida a múltiples causas.
Si nunca has visto una película de Almodóvar no te recomiendo que empieces por aquí. Para ver Los abrazos rotos, necesitas toda la filmografía anterior.