Todos los días nos ocurren cosas que nos cohibimos de contar por cualesquiera motivos, todo el mundo quiere oir algo bueno y bonito. Aquí escribo lo que quiero y si alguien quiere algo bueno y bonito que lo busque en otra parte.
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viernes, 14 de junio de 2013
Mujeres desesperadas o Marujas de competición
Hay una faceta para mí entre las mujeres que me resulta execrable, y es ese afán competitivo entre ellas por más amigas que sean. Y por más que pasen los tiempos y haya programas de telerealidad donde verse reflejados y reconocerse los defectos, por más que haya revistas con su correspondiente sección de psicología, así como revistas a la psicología dedicadas en su totalidad se siguen observando ejemplos de competencia entre mujeres que rozan y hasta se entregan al ridículo por competir con otras.
Me contaban el caso ocurrido hace más de 30 años con motivo de una celebración en el pueblo. Alguien se compró un vestido y por enseñarlo y ser un pueblo pequeño acabaron en la misma boutique más de una docena de tías comprándose el mismo. Es una pena que nadie fotografiara el día de la celebración a todas ellas. Supongo que lo mismo sucede en esos ámbitos donde conviven mujeres y todas acaban menstruando a la vez, lo que quiere decir que ovulan a la vez, y para mí una explicación a esto y a lo de los vestidos es que todas buscan tener la misma oportunidad, al mismo tiempo, no perder ventaja; porque tras numerosos visionados de documentales y lectura de tratados al final el ser humano está diseñado para perpetuarse, cual virus, todo lo que pasa mientras lleva a buen término su progenie es poco importante..
Casos como este se dan en menor medida y por accidente en actos donde acuden famosos, o bodas de tronío. Pero este tipo de casos de copiar vestimenta o peinado son muy visibles, hay sucesos de competencia más soterrados, o poco reconocibles para el gran público.
Un caso de competencia para mí incomprensible es el de mujeres, suelen ser más de una, que empiezan a interesarse por un tío justo cuando éste se echa novia, si para más INRI la novia es forastera, la cuestión se pone más enconada. Lo han tenido ahí toda la vida, pero sólo reparan en él cuando otra ha puesto sus ojos en él. A lo mejor existe una explicación antropológica para esto, y tal vez tendría que ver con que muchas mujeres en lugar de perder el tiempo en catas esperan que pase el periodo de prueba con otra para ver si sirve o no.
Otra situación también que tiene que ver con el tema parejas es cuando un chico digamos de relumbrón en una cierta comunidad se lía con una chica gorda. Los comentarios son incalificables, llegándose a oír cosas del tipo: “Es muy gorda y fea para ti”, “es un trozo de carne con ojos (ignorando que esta expresión se aplica para describir a sujetos sin personalidad)”, “que pena que un chico tan guapo esté con una tía tan gorda como ésa”, todos estos comentarios suelen provenir del lado femenino, en cambio respecto de la chica gorda los tíos opinan así incluso ante el propio interesado: “tienes donde agarrar, de ahí no te caes”, “va a estar a buen regoviento con el pelo y las tetas que tiene”, y comentarios similares de dudoso gusto y de un evidentísimo sesgo machista. Esto nos llevaría a por qué en realidad las rellenitas, gordas o como se quiera llamar a todo ser con un buen recubrimiento de carne tienen más éxito a la larga que otro tipo de chicas. O por qué tíos que en realidad disfrutan más con una gorda acaban encadenándose a todo lo contrario porque supuestamente es lo que la sociedad aprueba y queda bonito. Pero sería otro post.
Otra cuestión de competencia, y aquí es donde realmente se hablaría de “Marujas de competición” es el tema de las tareas domésticas. Se te puede dar el caso de llegar a un portal como vecino donde no hay mujer de la limpieza, ni turnos establecidos de limpieza porque no hay constituida una comunidad por dejadez. Tras un tiempo de observación, pongamos tres semanas, observas que pese a haber niños en ese portal y una tendencia a la zona adyacente al portal a acumular mierda por efecto de viento nadie hace la escalera, nadie te comunica si te toca hacerla, de tal modo que si llegas tal que en agosto en la zona adyacente al portal puedes contemplar una acumulación de hojas de platanero secas que más tarde comprobarás que llevaban allí más de 8 meses, probablemente desde el noviembre pasado, que es cuando suelen caerse y ser barridas y repartidas por el viento. Gran dilema: sigues el dicho “donde fueres haz lo que vieres” y permites q la mierda del portal se cuele por debajo de tu puerta, y cuando haya viento por tus ventanas cuando airees la casa al fregar los suelos, o pese a la convención te pones a limpiar. Impepinable, te pones a limpiar regularmente, para no sentirte idiota una vez por semana. Pero igual que tú observas te observan y de ese modo una mañana sientes un cepillo golpear los escalones de la del primero, y posteriormente el chorrear de la fregona en su cubo del agua. Bien, pero más adelante observas que no sólo limpia su planta, sino que limpia la tuya también, cosa que no entiendes porque antes no lo hacía, hasta que empiezan a llegarte comentarios de terceros, o los escuchas directamente. La ristra de comentarios de gente que nunca cogió una escoba hasta que llegaste:
“Limpia fuera, pero dentro (su casa) no”.
“Primero lo de dentro ¿no?”, haciéndose eco del comentario anterior y dirigiéndose directamente a la cuestionada maruja barrepatios.
“La obligará el marido”.
“La plaza de parking buena para quien se la trabaja (dicho por un sujeto que en cuanto retirabas el coche bajaba para ocupar tu plaza)”.
“Es que si limpia nos deja por unos guarros”.
“¿Por qué no limpia nuestro trozo? (refiriéndose al trozo de patio que ya no era adyacente al portal y pertenecía a otro bloque).”
“Pa’ que no digan na', pa’ que no digan na (cantándolo para que lo oyera la interesada en pleno barrido de patio).”
“Hoy no ha barrido, ji, ji, ji”, dicho por unos solteros con la puerta cubierta de polvo de cinco años que pese a variar en el piso de enfrente de la aludida ninguno ha preguntado cuándo le toca limpiar.
Con todos estos comentarios, dichos por hombres y mujeres quiero entrar en otro asunto que he descubierto con toda rotundidad hace poco, y es que hay hombres “Marujas de competición”. En mi vergonzosa ignorancia creía que este rasgo de comportamiento era sólo femenino (mujeres/hombres con tendencias femeninas), pero no, como se podrá comprobar en los comentarios anteriores, algunos pronunciados por hombres.
“Bueno, voy a entrar en el palacio de los pobres”, dicho por un tío cuyas finanzas están en manos de acreedores varios, todo porque al portal se le han puesto unas macetas.
Del mismo sujeto se pudo escuchar ante el hecho de ser preguntado por cómo es que habían pintado los mueblecitos que cubrían los contadores y para tapar unos graffitis:
“... ¡Cómo no tiene nada que hacer!”, esto dicho por un individuo que en su trabajo el 80% del tiempo lo pasa en el balcón de la oficina haciendo llamadas personales de las cuales cualquiera que pase por debajo puede conocer su contenido. Y que después sólo sale de casa para sacar al perro cuyas ñordas no recoge e incluso incita a mear en el patio objeto de los comentarios citados.
Quien ha vivido en diferentes sitios de España sabe que esto no ocurre, y que si a mí me sucediese que alguien se ocupara de la higiene de una zona sin quejarse al menos me sentiría beneficiado. Pero no, las “Marujas de competición”, hombres y mujeres, quieren no hacer pero que nadie “manche” con su escoba su buen nombre.
En la carrera hacia ese podio imaginario hay ejemplos para mí raros, como el de personas que aborrecen todo lo relacionado con libros, estudios, etc., personas que dejan correr los años sin ampliar su expediente académico, y un buen día tras convivir con una persona que sí estudia se les apetece estudiar. Por supuesto la inspiración para estudiar procede de alguien que saca buenas notas, y este pique motivador se da bastante entre parejas. Pongamos por caso el de un individuo que desde que opositó no ha incrementado sus logros académicos, se echa una novia preuniversitaria y ese mismo invierno va y se apunta a una academia para sacarse el Acceso a la Universidad. Caso aparte es el de una individua que admite públicamente que va a clases de nocturno para hacer relaciones sociales (como se verá en su conducta más adelante, y en el hecho de hacer de taxista a todo tío que se quiera montar en su pequeño utilitario, las relaciones que buscaba renovar eran con hombres), pero se empieza a picar con la Alumna Favorita del Profesor-Tutor Mengele (Mengele por lo de experimentar trucos torticeros para motivar al alumnado), porque el profesor es atractivo, tiene magnetismo, y le gusta hacer reír a la clase. Pasados dos cursos la Alumna Favorita puede encontrar llorando a la Sólo Vengo a Hacer Relaciones Sociales, porque está angustiada ante el hecho de no dar de si y suspender.
Diversos estudios en los últimos años han encontrado en la envidia un factor clave de motivación e incluso de progreso. Sin competencia, no habría cambio a mejor. Y visto así está bien en el caso de los estudios, es positivo. Lo malo es cuando el envidioso no se limita a emular al emulado, o a superarle, sino que además procura eliminarlo, minarlo o anularlo, quizá en un intento de eliminar la causa de su frustración. Lo triste para el envidioso pertinaz es que cuando consigue eliminar a quien le causa envidia, o el comportamiento que considera que lo menoscaba, encuentra enseguida otra cosa que envidiar.
Todos nos inspiramos en otros, pero acabamos encajando ese aspecto externo en nuestra vida y personalidad adaptándolo, el problema es cuando esa inspiración se centra en un individuo en concreto y se convierte en una obsesión por la copia, en querer sólo lo que tiene ese individuo. Siempre pienso en la razón por la cual un sujeto envidia a un sujeto próximo y no a García Márquez, a Picasso o a Albert Einstein; o sin irnos a tanta cultura no se envidia a Arguiñano o al de Bricomanía. Supongo que es por comodidad, luego el envidioso es también un vago.
P.D.: En cuanto a las “Marujas de competición” ¿por qué ninguna se compara e inspira en Bree Van de Kamp –“Mujeres Desesperadas”, la pelirroja, para los no seguidores de la serie-.