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lunes, 20 de septiembre de 2010

Amistades perras VII: Bea e Ylenia

La amistad a veces es una cosa que recibes y no siempre te gusta. Puede que la persona te caiga bien, pero en la distancia a ojos de observador, no como alguien que ha de interaccionar con esa persona porque algo dentro de ti te dice que no debes continuar esa amistad o al menos profundizar demasiado en ella. Es esa vocecilla interior a la que tantas veces desoíste y acabó teniendo razón la que se hace oír cada vez más con el tiempo y acabas haciéndole caso, sin embargo la vocecilla o  tu instinto pueden influir en tu voluntad, pero no en la de los demás.
La amiga apasionada
Existe un género de personas que parece que recibir  NOES actúa en ellos como un revulsivo y lejos de aceptarlos dedican tiempo y esfuerzo a borrar esos NOES de su vida. Tanto es su afán que testigos de su comportamiento ajenos a la amistad llegan a opinar que más que amistad parece amor lo que esa persona manifiesta por la intensidad y contundencia de sus actos. Veamos un ejemplo:
Bea e Ylenia se conocen a través de una tercera persona. En un primer encuentro el marido de Ylenia le hace una advertencia en el sentido de que sea para bien y que no se le hiciera daño a Ylenia .
Bea es una persona inexperta en el trato social entre parejas. Al final Ylenia  y Bea quedan de nuevo con sus respectivos maridos.
Bea no se siente cómoda y no solicita la compañía de Ylenia , pese al desinterés mostrado por Bea, Ylenia  llama sin descanso a Bea lo cual incomoda a ésta. Bea deja de coger el teléfono, empieza a cogerle fobia. Al ver que Bea no contesta el teléfono Ylenia  no se arredra y se presenta en casa de Bea. Bea hace un esfuerzo y sigue quedando con Ylenia .
Ylenia  confiesa tener una adivina entre sus familiares, y que ella misma en una sesión de espiritismo sintió como un familiar fallecido le hablaba al oído por lo que ni siquiera tiene curiosidad por estos asuntos.
Bea siente curiosidad y preparan un encuentro con la adivina para que le eche las cartas. A Bea le dicen cosas que se sacan a pocos datos que se tengan y de los que se pueden sacar conclusiones muy acertadas a poca experiencia de vida que se tenga dada la edad avanzada de la adivina. En algunas cosas acierta y en otras falla estrepitosamente. Por la sesión en la que la adivina acaba leyéndole la mano al marido de Bea manifestando más interés por él, le cobra 5000 pesetas de los años 90. Durante la sesión Ylenia  que les había dejado a solas en la cocina no para de entrar y salir mostrando un manifiesto nerviosismo. La adivina por su parte no para de hablar mal de Ylenia .
El marido de Bea acababa de comprarse un coche justo cuando Ylenia  y Bea empiezan a tratarse. A los tres meses Ylenia  se había comprado un coche del mismo color, modelo y marca. Definitivamente Bea se arrepiente de no haber hecho más caso de su voz interior. Anticipándose a lo que Bea piensa Ylenia  en un tono estridente y muy forzado de broma dice:
"Envidiosa, te has comprado el mismo coche que yo".
La relación intermitente de Ylenia  y Bea dura un año y medio aproximadamente en los que Bea hace acopio de detalles no muy agradables:
Una invitación a su cumpleaños que en el último  momento se anula para no coincidir con sus otros amigos a los que ya conocen por haber asistido con ellos a una romería de primavera. Pese a la evidente marginación sugerida por sabe Dios quien: amigos, familiares o ella misma, acuden a la celebración.
Quedan algunas noches tomando algo en el patio de la casa de Ylenia que Bea recuerda agradablemente excepto por la sensación de estar molestando al marido que se iba a acostar para trabajar al día siguiente.
Ylenia  se le ocurre hacer oposiciones y quiere que Bea las haga con ella para comprar el temario a medias. Bea no quiere hacer esa oposición porque no quiere arraigar en esa ciudad, cosa que le advierte.
Durante ese tiempo surgen ciertos contratiempos médicos en los que Bea acompaña a Ylenia .
Y se presenta por su parte a una oposición y Bea le cuida los niños mientras tanto.
Tiene mucha inquietud por salir de su casa pese a que uno de los niños aún no tiene edad de ir a la guardería pública. Encuentra un trabajo de televendedora de enciclopedias. Tras una semana se decide a denunciarlos por no hacerle contrato, esa semana Bea le ha estado cuidando a uno de los hijos, por salario recibe un animalito y su jaula de regalo, éste muere al poco tiempo.
Bea sigue intentando esquivar a Ylenia , pero ésta no se da por vencida. Tras un año, unas vacaciones y uno de los periodos de silencio de Bea, Ylenia  se presenta en la casa de nuevo. Y confiesa a Bea que ha reencontrado a un viejo amor de su pasado, él acababa de volver de muy lejos y ella al enterarse lo visitó y le dio su número y su dirección.
Se empiezan a llamar y a mandar cartas. Ylenia  le confiesa a Bea que el chico le ha confesado su amor por ella. Bea se cae al suelo. Ylenia  le corresponde, como no. Tras hablarlo Ylenia  manifiesta que esperará a que sus hijos sean mayores para divorciarse –aquí debería sonar una carcajada-, Bea la cree y se lo recomienda.
Bea no puede creerlo, incluso le dice: "Pero si tú y tu marido sois la pareja perfecta". Y contesta: "Eso es de puertas para afuera".
Cuando Ylenia  cierra la puerta tras ella Bea empieza a desconfiar recordando la última frase antes de la despedida de Ylenia :
"Hoy has tenido mejor telenovela que las de la tele" (sobra describir el tono irónico y la expresión a juego de su cara).
Bea está a medio camino entre el pavor y la fascinación. Es joven y jamás ha tenido ante sí una historia de este calibre.
Se suceden las visitas. Un día al hablarle de las cartas, Bea le pide a Ylenia  que se las enseñe, Y dice que las rompe y las tira para que no las descubra su marido. Pasadas unas semanas Ylenia  le dice a Bea que su viejo amor va a venir a verla. A última hora el marido de Ylenia  programa un fin de semana en un hotel rural para arreglar la relación, un gran golpe de intención por su parte, aunque inútil como demostraría el desarrollo de los hechos. Según propia confesión de Ylenia  a Bea hace más de un mes que no tienen relaciones, ella además se regodea y le dice a Bea que para hacer rabiar a su marido se acuesta desnuda, pero no le deja tocarle.
Ylenia  ante el inesperado viaje al hotel rural con el marido y la imposibilidad de anular los días de vacaciones que su viejo amor ha pedido para ir a verla pide a Bea que lo reciba en la estación de autobuses y le busque pensión. Bea acepta, pero como en todo momento por su desconfianza pone al tanto a su propio marido le comunica el encargo que ha recibido. El marido de Bea no está de acuerdo y no le permite de ningún modo que lo haga a no ser que él esté presente, pero tiene que trabajar. Tienen un enfrentamiento disgustante, ya que Bea, pese a no sentirse cómoda con el encargo que le parece de alcahueta al más puro estilo de La Celestina del arcipreste  quiere cumplir a Ylenia , en un deseo quizá de convertir una tortuosa amistad en una amistad para toda la vida aceptando que nadie es perfecto, pero también en un deseo de confirmar si todo el asunto es cierto y el viejo amor existe.
Al final por el disgusto de Bea y su marido las cosas se ponen tan feas que Bea no puede cumplir el encargo. El recién llegado deja un mensaje cuando llega en el contestador de Bea con un nombre falso, lo cual hace mosquearse al marido de Bea que lo oye, ya que B se ha tomado unos días para reflexionar sobre su relación con su marido.
Pasa un mes en el que extrañamente Ylenia  no llama a Bea que ya ha vuelto a su casa. Un día se presenta en casa. Bea está muy enfadada porque siente que Ylenia  aparte de destrozar su matrimonio ha estado a punto de destruir el suyo. No la deja pasar a casa porque el marido de Bea está allí, y baja con ella a un parque cercano donde hablan a solas. Allí ambas se ponen al tanto de lo sucedido a cada una:
"Tras el fin de semana en la casa rural Ylenia  queda con su Viejo Amor, pero como es verano y ella va con sus hijos, ya que no tiene con quien dejarlos, no pueden hablarse, sólo verse con varios metros de separación."
"Él se fue manifestándole por teléfono lo mucho que sufría por verla  y no poder hablarle ni estar con ella".
"Un día Ylenia  se decide a confesarle todo a su marido. Este por supuesto no se lo toma de la mejor manera y se pone a romper cosas, ella se cierra en el baño y llama a su Viejo Amor pues se había llevado el inalámbrico, el marido llega a romper un cristal de un puñetazo. Encerrada con los niños durante horas en las que él amenaza con suicidarse con unas de las miles de pastillas que ella guarda en el abarrotado botiquín que es un armario entero de la cocina de formica."
"Para cuando el Viejo Amor llega todo está más tranquilo e incluso habla con el marido. Todos van a casa de los padres de Ylenia  de donde Ylenia  y su Viejo Amor salen perdiéndose en Madrid."
"Todo es muy raro para Bea, porque finalmente Ylenia  sigue con su marido y así se lo pregunta a ella. Ylenia  le dice que no ha podido irse con su Viejo Amor porque éste no gana lo suficiente para mantenerla a ella y a los niños y que sigue con su marido, pero –Ylenia  tira de una joya que lleva al cuello mostrándosela a Bea- que se ponía las joyas que su Viejo Amor le ha regalado delante del marido."
"Bea le cuenta que tuvo que poner a su marido al tanto y que el empeño de Bea provocó un disgusto en su matrimonio y le impidió cumplirle el encargo. Y parece no darle importancia, pero al enterarse de que el marido de Bea sabe la historia dice: "Pensará que soy una puta". Bea no le sigue el rollo al ver que para ella lo más importante de las consecuencias de su aventura sobre Bea es lo que piensa el marido de Bea de ella.
Bea tras la explicación dada le pregunta qué quiere. Ella dice que sigan con la amistad y que Bea y su marido vayan a la casa de Ylenia  a cenar o lo que sea. Bea le dice que de ningún modo pueden sentarse a la mesa a mirar a la cara al marido de Ylenia  con todo lo que ha pasado y sigue pasando. Que lo de ir a las casas se acabó, que Bea puede ser su amiga y basta y que si se encuentran por la calle se pueden tomar un café.
Ylenia  le intenta convencer con argumentos como la amistad es más que el amor y que se debe más a un amigo que a una pareja. Bea viendo la manipulación le contesta que tal vez haya personas con un corazón muy grande donde cabe todo el mundo, pero que en el de ella sólo cabe su marido. A lo dicho por Bea, Ylenia  contesta que cuando a Bea le pase lo mismo de qué amiga va a tirar. Bea piensa para sí que si le pasara no cometería el error de engañar a su marido y le confesaría todo antes de llegar a mayores, pero no le dice nada a lo que considera una presunción destinada a manipularle nuevamente, pues en cualquier caso desde que Bea estuvo enterada del asunto siempre pensó que si fuera a la inversa Ylenia se lavaría las manos, no la ayudaría y la criticaría despiadadamente, y además seguro haría que el marido de Bea se enterara si esa situación se le diera. Cuando Bea repite su propuesta de sólo amistad entre las dos, sin maridos y sin casas, Ylenia  dice sin mirarla que la gente es muy mala. Bea ve en ello un signo de resignación y se siente más tranquila. Da por terminada la conversación y la acompaña a la parada del autobús. Después de todo ha hecho en esta conversación lo que ella sibilinamente le aconsejó: Más vale una vez colorada que ciento amarilla.
Pasado un tiempo al llegar de unas compras Bea y su marido encuentran una nota en la puerta de su casa. Ylenia  ha estado allí y según la nota con la excusa de pedir una película que prestó a Bea. Bea recuerda habérsela devuelto y siente que Ylenia  quiere reproducir el ciclo pensando que con el tiempo Bea pueda ser accesible, Bea se pone histérica y el marido de Bea llama a la casa de Ylenia , Bea lanza un montón de improperios que Ylenia  oye y se despide insultando a Bea y a su marido. Cuando todo se calma el marido de Bea le cuenta que Ylenia  que vive cerca de un almacén donde el trabajo del marido de Bea le lleva a visitar cada dos por tres le acecha y se medio esconde, pero él la ve mirándolo y que eso le recordó que muchos años de que Bea conociera a Ylenia  e incluso mucho antes de que Bea conociera a su marido, Ylenia  ya acechaba a éste, sólo que no la reconoció cuando Bea se la presentó porque había perdido mucho peso y ahora estaba más cambiada que cuando le acechaba siete años antes, época en que los compañeros del entonces soltero marido de Bea preguntaban quién era esa mujer que siempre estaba allí durante mucho tiempo y los del almacén decían que hablaba por teléfono desde una cabina cercana porque no tenía teléfono en su casa. Bea alucinada se niega a creer que sean la misma persona, pero el marido le asegura que sí, que los del almacén decían que bajaba a llamar a esa cabina porque vivía en una casa de al lado y coincidía que era la casa de Ylenia .
Por suerte para Bea ya no hubo más visitas inesperadas ni llamadas de Ylenia , sólo algunos encuentros inesperados, pero nada fuera de lo común en una ciudad de provincias en los que Ylenia  ya ni saludaba.
A Bea siempre le quedó una incógnita sin resolver. La propia Bea si alguien no le hubiera cogido el teléfono sin excusa más de tres veces no se hubiera rebajado a seguir intentando un contacto con esa persona tan esquiva. ¿Por qué Ylenia  no cesaba de reanudar una y otra vez el contacto que Bea interrumpía a la menor oportunidad?