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jueves, 27 de marzo de 2014

LOS TRAPOS SUCIOS SE LAVAN EN CASA o NO ME SALPIQUES

Hace unas semanas me encontré en Facebook con un post de esos tan lucido y pretendidamente lúcido que la gente va compartiendo en sus muros. El post decía acompañado de una ilustración que intentaba restarle seriedad: LOS TRAPOS SUCIOS SE LAVAN EN CASA.
Empecé a darle vueltas, porque gracias a estas páginas que en Facebook ofrecen estas bonitas apostillas hay quien se sirve de ellas para decirle a alguien algo que no se atreve a decir directamente, o sea, lo que viene siendo una INDIRECTA de toda la vida. Yo como muchos tuve mi etapa en la que todo lo decía en indirecta, o lo que vendría a ser una nueva voz verbal a añadir a la VOZ ACTIVA, y a la VOZ PASIVA. Tenía su gracia ver si te entendían o no, jugar al equívoco, tantear con ello, decir tamaña barbaridad y que la otra persona ni se diera cuenta, o tardara en reaccionar, o directamente se la comiera sin responder. Esto quedó en la adolescencia, y el pensamiento de que si no te atrevías a decir algo de forma directa era o porque eras un cobarde o porque tal cosa no merecía ser dicha por su poca entidad, o por su escaso provecho. Desde entonces me discipliné para no usar indirectas. Eso no ha servido para que no haya sido víctima de ellas, pero he de decir presuntamente, porque al no ser interpelada vivamente es imposible afirmar que aquello que te mosqueó fuera dirigido a ti, y la suerte de esta estrategia cobarde es que la persona que pronuncia la indirecta al no ser contestada, tampoco sabe si su dardo dio en la diana.
Volviendo a “Los trapos sucios se lavan en casa”, me quedé pensando en la frase porque se me venían a la mente imágenes de lavaderos públicos cuyos vestigios, ya sin uso aunque bien conservados aún se pueden contemplar en varios lugares de España; y también recuerdos de historias antiguas de mujeres que iban a lavar al río, además de saber que el agua corriente en las casas no se generalizó hasta hace unas décadas, por no hablar de que hasta hace 25 años podías encontrarte abuelas que seguían lavando a mano, e incluso actualmente, en algunos pueblos puedes encontrar en los bazares chinos tablas de lavar de madera. Razonado con todo esto que en casa se podía lavar más bien poco desde muy antiguo. me seguí preguntando por el origen de la frase y qué ganaba el primero que la pronunció. Y se me vino a la mente una escena en la que una señora lavaba los pañales de sus bebés, corriente arriba, mientras que otra u otras, que no lavando pañales por no tener hijos, sólo iban a dar un agua a su ajuar y regañaron a la de los pañales en un afán de imponer su derecho por encima de las necesidades obvias de la lavandera de los pañales. Y ahí lo vi claro, algo parecido tuvo que pasar la primera vez de una forma real y luego fue usado en indirecta. Porque tal vez la que lavaba los pañales quiso devolverle el regaño y esperó, hasta que se diera la ocasión de devolverle la frase de una forma más hiriente, una ocasión como por ejemplo la de la lavandera de los blancos ajuares lamentándose con sus compañeras de faena de las infidelidades del marido mientras le lavaba las camisas. Es un suponer.
Este suponer como origen de la frase me hizo ver aún más claro lo que puede pretender alguien que la pronuncia. En primer lugar puede tener un afán aleccionador con el cual se coloca en una posición de superioridad. En segundo lugar, decir de una forma poco comprometida: DÉJAME EN PAZ CON TUS MURGAS. Pero cuando se trata de personas que sólo se relacionan por Facebook, porque se dan casos en los que familiares declinan invitaciones a verse con sus otros familiares y alegan “Es mejor por aquí”. Y no deja de ser curioso, pero es el signo de nuestros tiempos, porque al final todo el mundo quiere tener de todo, hacer de todo y tratarse con todos, pero con una especie de protección, son relaciones muy preservativas o preservadas, y tanto lo son que de ellas al final no se obtiene ningún fruto en forma de sentimiento consolidado. Supongo que esto se debe al miedo al conflicto, a las personas que abordan las cuestiones de forma directa y hasta te pueden violentar con algún reproche, y sobretodo por el miedo a implicarse, porque a lo mejor si ese familiar o amigo va a lavar sus calzones cagados al río, a lo mejor la mierda acaba en tu ropa tan blanca e inmaculada que sólo sacas a darle un agüita para que los demás la vean, o lo que sea. Y es lícito decir: “No puedo implicarme en tus problemas”, pero escucharlos es gratis, pero a lo mejor si te dijeran eso, que no pueden escucharte, ni consolarte, ni darte fuerzas, sin ambages, tal vez tú tendrías que recordarles las épocas en las que a ellos no les iba tan bien, o las veces que han pregonado sus problemas familiares, políticos, laborales, etc.
Lo peor es cuando lo dicen porque estés lavando en público una mierda que no has generado tú, sino que intentas denunciar una situación injusta y grave en la que la mierda te la tiran a ti. En cualquier caso, el que no quiera oír que se tape los oídos, y si no quiere leer que te bloquee y punto. Sin acritud. Lo bueno de la tecnología Facebook, éste, nuestro patio de vecinos virtual, es que tú decides a quien y cuanto quieres escuchar, o a quien permitir que te escuche.

En fin, gracias a Facebook y a esta filosofía preservativa LA FAMILIA/amigos QUE SÓLO SE HABLA POR FACEBOOK PERMANECE UNIDA. Y que sea por muchos años. Y que abunden las insolidarias lavanderas de blancos ajuares que la vida les hará irremediablemente ensuciar por avatares del destino o leyes de vida tales como caer enfermo, vivir en la pobreza o hacerse simplemente mayor, pongamos por caso.
P.D.: Lo  mejor de ir a la deriva es que nunca te aburres de los rumbos fijos, y así no tenerte que pasar la vida recordando "Aquellos maravillosos años".