Hace unas semanas
me encontré en Facebook con un post de esos tan lucido y pretendidamente lúcido
que la gente va compartiendo en sus muros. El post decía acompañado de una
ilustración que intentaba restarle seriedad: LOS TRAPOS SUCIOS SE LAVAN EN CASA.
Empecé a darle
vueltas, porque gracias a estas páginas que en Facebook ofrecen estas bonitas
apostillas hay quien se sirve de ellas para decirle a alguien algo que no se
atreve a decir directamente, o sea, lo que viene siendo una INDIRECTA de toda
la vida. Yo como muchos tuve mi etapa en la que todo lo decía en indirecta, o
lo que vendría a ser una nueva voz verbal a añadir a la VOZ ACTIVA, y a la VOZ
PASIVA. Tenía su gracia ver si te entendían o no, jugar al equívoco, tantear
con ello, decir tamaña barbaridad y que la otra persona ni se diera cuenta, o
tardara en reaccionar, o directamente se la comiera sin responder. Esto quedó
en la adolescencia, y el pensamiento de que si no te atrevías a decir algo de
forma directa era o porque eras un cobarde o porque tal cosa no merecía ser
dicha por su poca entidad, o por su escaso provecho. Desde entonces me
discipliné para no usar indirectas. Eso no ha servido para que no haya sido víctima
de ellas, pero he de decir presuntamente, porque al no ser interpelada
vivamente es imposible afirmar que aquello que te mosqueó fuera dirigido a ti,
y la suerte de esta estrategia cobarde es que la persona que pronuncia la
indirecta al no ser contestada, tampoco sabe si su dardo dio en la diana.
Volviendo a “Los
trapos sucios se lavan en casa”, me quedé pensando en la frase porque se me venían
a la mente imágenes de lavaderos públicos cuyos vestigios, ya sin uso aunque
bien conservados aún se pueden contemplar en varios lugares de España; y también
recuerdos de historias antiguas de mujeres que iban a lavar al río, además de
saber que el agua corriente en las casas no se generalizó hasta hace unas décadas,
por no hablar de que hasta hace 25 años podías encontrarte abuelas que seguían
lavando a mano, e incluso actualmente, en algunos pueblos puedes encontrar en los
bazares chinos tablas de lavar de madera. Razonado con todo esto que en casa se
podía lavar más bien poco desde muy antiguo. me seguí preguntando por el origen
de la frase y qué ganaba el primero que la pronunció. Y se me vino a la mente
una escena en la que una señora lavaba los pañales de sus bebés, corriente
arriba, mientras que otra u otras, que no lavando pañales por no tener hijos, sólo
iban a dar un agua a su ajuar y regañaron a la de los pañales en un afán de
imponer su derecho por encima de las necesidades obvias de la lavandera de los
pañales. Y ahí lo vi claro, algo parecido tuvo que pasar la primera vez de una
forma real y luego fue usado en indirecta. Porque tal vez la que lavaba los pañales
quiso devolverle el regaño y esperó, hasta que se diera la ocasión de
devolverle la frase de una forma más hiriente, una ocasión como por ejemplo la
de la lavandera de los blancos ajuares lamentándose con sus compañeras de faena
de las infidelidades del marido mientras le lavaba las camisas. Es un suponer.
Este suponer como
origen de la frase me hizo ver aún más claro lo que puede pretender alguien que
la pronuncia. En primer lugar puede tener un afán aleccionador con el cual se
coloca en una posición de superioridad. En segundo lugar, decir de una forma
poco comprometida: DÉJAME EN PAZ CON TUS MURGAS. Pero cuando se trata de
personas que sólo se relacionan por Facebook, porque se dan casos en los que
familiares declinan invitaciones a verse con sus otros familiares y alegan “Es
mejor por aquí”. Y no deja de ser curioso, pero es el signo de nuestros tiempos,
porque al final todo el mundo quiere tener de todo, hacer de todo y tratarse
con todos, pero con una especie de protección, son relaciones muy preservativas
o preservadas, y tanto lo son que de ellas al final no se obtiene ningún fruto
en forma de sentimiento consolidado. Supongo que esto se debe al miedo al
conflicto, a las personas que abordan las cuestiones de forma directa y hasta te pueden violentar con algún reproche, y
sobretodo por el miedo a implicarse, porque a lo mejor si ese familiar o amigo
va a lavar sus calzones cagados al río, a lo mejor la mierda acaba en tu ropa
tan blanca e inmaculada que sólo sacas a darle un agüita para que los demás la
vean, o lo que sea. Y es lícito decir: “No puedo implicarme en tus problemas”,
pero escucharlos es gratis, pero a lo mejor si te dijeran eso, que no pueden
escucharte, ni consolarte, ni darte fuerzas, sin ambages, tal vez tú tendrías
que recordarles las épocas en las que a ellos no les iba tan bien, o las veces
que han pregonado sus problemas familiares, políticos, laborales, etc.
Lo peor es cuando
lo dicen porque estés lavando en público una mierda que no has generado tú,
sino que intentas denunciar una situación injusta y grave en la que la mierda
te la tiran a ti. En cualquier caso, el que no quiera oír que se tape los oídos, y si no quiere leer que te bloquee y punto. Sin acritud. Lo bueno de la
tecnología Facebook, éste, nuestro patio de vecinos virtual, es que tú decides a
quien y cuanto quieres escuchar, o a quien permitir que te escuche.
En fin, gracias a
Facebook y a esta filosofía preservativa LA FAMILIA/amigos QUE SÓLO SE HABLA
POR FACEBOOK PERMANECE UNIDA. Y que sea por muchos años. Y que abunden las
insolidarias lavanderas de blancos ajuares que la vida les hará
irremediablemente ensuciar por avatares del destino o leyes de vida tales como
caer enfermo, vivir en la pobreza o hacerse simplemente mayor, pongamos por
caso.
P.D.: Lo mejor de ir a la deriva es que nunca te aburres de los rumbos fijos, y así no tenerte que pasar la vida recordando "Aquellos maravillosos años".