Somos muy dados a las generalidades y a creer cualquier
necedad escrita en letras de molde y convenientemente maquetada como si fuera
una verdad absoluta. Una de estas estupideces que corre por las redes sociales
es que la Iglesia Católica colaboró con Hitler y para ello exhiben una foto del
monstruito dando la mano a un miembro del alto clero, acto tal vez, de la
primera etapa tras ganar las elecciones. Tal vez fuera cuando el monstruito
estaba en su fase de seducción, que tan bien le salió que llegó a ser elegido
hombre del año por la revista Time en 1938 (pondría la foto de la portada, pero parece ser
que o no se atrevieron a publicarla, o si se publicó no queda rastro de la
misma, al menos en la red), y llegaron a intimar con expríncipes herederos a la corona inglesa. Claro
está que Time ignoraba que estaba metiendo la pata hasta el corvejón, porque
aquello que hacía triunfar las políticas económicas de Hitler, y que le hizo
ser admirado por medio mundo antes de 1939 aún estaba por conocerse. Y es que
levantar un país en crisis a costa de clasificar a sus ciudadanos en válidos
y no válidos, y condenar a muchos de los excluidos a campos de trabajo sin paga
y sin apenas comida haría que cualquier índice de paro (si es que lo hubiera
entonces) cayera en picado. Sería curioso ver la reacción de aquellos que promueven esta caza de la Iglesia basándose en su supuesta colaboración con el gobierno nazi si constataran que muchos de los productos de higiene que usan son fabricados por empresas que se beneficiaron en su día de las políticas laborales nazis.
Cierto es que la Iglesia se ha ganado a pulso antipatías y
deserciones, pero es más cierto aún que lo criticable de esta institución como
de cualquiera otra no debe extenderse más allá de los responsables de dichas
acciones criticables. Porque si de derribar instituciones seculares se tratase
por sus múltiples errores debería destruirse entonces el sistema entero.
Nunca creí que tendría que verme en la situación de defender
a la Iglesia, menos aún cuando tiene suficientes herramientas y fieles para
hacerlo sola, pero las mentiras y las grandes me irritan sumamente. Yo he
tenido qué reprochar a miembros muy concretos (2 o 3)de esta institución, pero
de ahí a derribar el trabajo de sus colegas, pongamos por ejemplo, el de los
misioneros, no es precisamente justo. Es más, que se saca de este acoso y
derribo a esta religión, si aunque desapareciera se instauraría otra. El ser
humano necesita desde muy muy antiguo creer en lo trascendente, el modo cambia,
pero al final es lo mismo. Se puede acusar a la Iglesia de ser tibia a la hora
de actuar ante determinados asuntos de Estado, pero es que los que hacen este tipo
de reproches son los mismos que la debilitan con sus críticas. ¿De qué poder o
de qué ejército se tendría que valer la Iglesia para combatir a Hitler? Los jerarcas
vaticanos actuaron en aquel entonces como hoy, en plan regañina de la abuela.
Hoy una encíclica no es más que eso, porque precisamente durante siglos los
gobernantes de todo el mundo se han encargado de arrinconar a la Iglesia en los
edificios del mismo nombre y en el Vaticano. Que alguien crea que los seres
humanos que caben en 2 kilómetros cuadrados, sin polvorín, tanques, más que
unos cuantos crucifijos, hisopos, biblias y báculos iban a hacer frente al más
matón de los europeos, el pintor frustrado, es que están de guasa.
Otro tema relacionado con esto es la capacidad de
patrimonializar la victimización, ora por voluntad o por devenir del proceso de publicitación de la barbarie nazi . En los estados
ocupados por los nazis, a la par que a judíos se fue machacando por igual a
cristianos, gitanos, testigos de Jehová, etc. Y mejor que yo, que lo explique la
autora del libro y superviviente de los campos de concentración Olga Lengyel,
cuya familia no judía: marido e hijos fue a parar a los campos por obra y gracia de un
rival de su marido médico que aspiraba a quedarse con su clínica y su casa y
los incluyó en una lista negra. A mí se me puede contestar, pero a una
superviviente...
“Decía que la persecución de los hebreos
se hizo abiertamente, pero a los cristianos se les persiguió usando cierta
discreción. Esto último se realizaba por secciones especiales del gobierno
alemán, una de ellas llamada: "Departamento de Iglesias Cristianas".
Los representantes de estas secciones operaban conjuntamente con el ejército de
ocupación como operaban también los representantes de la "Solución Final",
en la eliminación de hebreos y elementos políticos indeseables.
El poder del Vaticano, —continuaba—, y
la influencia del Papa molestaba a Hitler grandemente, así que después de los
judíos, el blanco de los alemanes eran los católicos. Wotan, el horrible dios tuerto
pagano de los alemanes, era muy celoso y no toleraba la competencia de un Dios
cristiano. ¡Las monjas, los sacerdotes y los líderes cristianos tenían que
desaparecer! Eran acusados de sabotaje, actividades antigermanas, etcétera y la
Gestapo les llamaba a declarar. Una vez en manos de la Gestapo, nunca se les
daba la oportunidad de probar su inocencia.
No solamente las monjas eran llevadas al
cautiverio —el Mayor nos contaba— sino que también sus protegidos, los niños
que cuidaban en orfanatos y escuelas, eran tomados subrepticiamente durante la
noche por los alemanes, para evitar ser vistos. Los prisioneros eran enviados a
los innumerables campos de concentración diseminados en la Europa ocupada, o
simplemente enviados directamente a la muerte.
Nos decía que los alemanes nunca usaban
las palabras asesinato, o muerte por gas. Simplemente se concretaban a escribir
al lado de los nombres de sus prisioneros las aparentemente inofensivas definiciones
de: "Tratamiento Especial, Liquidación, Recuperación,
Experimentación, Solución Final, etcétera."
Cada una de estas inofensivas definiciones significaba una muerte horrible.
Con este sistema, miles de cristianos
civiles desaparecían semanalmente de los países ocupados e Europa. Nadie sabía
su destino. Los periódicos tenían prohibido publicar listas de los prisioneros desaparecidos. No se hacía ninguna publicación
respecto de las actividades de la Gestapo.
Quizás para justificar la matanza de
millones y millones de inocentes en países ocupados en Europa, el mayor alemán
nos contaba por qué y cómo Hitler mataba alemanes arios. De acuerdo con la ideología
Nazi, los alemanes eran Arios, descendientes de
una raza Caucásica superior sin mezcla alguna, especialmente con la raza
arábiga o judía. En resumen, una raza "pura", sin lazos semíticos.
El Nazismo, a su vez, excluía el cristianismo. Una
nación "superior racialmente" con aspiraciones como la alemana, no
podía aceptar un Dios que es bondadoso, generoso y tolerante. Los germanos necesitaban
un dios pagano que aceptara los crímenes, las torturas e inhumanidades, un dios
que hiciera de sus acciones bárbaras, su doctrina. De acuerdo con estas
doctrinas, fundadas en las tradiciones de los antiguos dioses paganos, los
alemanes de Hitler celebraran sus ritos bajo el cielo abierto. Sus ceremonias
matrimoniales tenían lugar frente a la gran efigie de piedra de Wotan, que en
los antiguos días de los teutones, fue el altar donde le ofrecían los
sacrificios.
Con objeto de conservar una nación
fuerte, Hitler usó un antiguo sistema griego. Los antiguos griegos lanzaban al
precipicio desde la cima de la montaña Taigetos a todos aquellos niños que
nacía inválidos o de apariencia física débil. El Führer aplicó una versión
moderna de este método entre lo adultos de los alemanes arios [fueran de la religión que fueran]. El mayor
decía que todos aquellos incapacitados para el trabajo, inválidos, o que padecieran serias enfermedades
como tuberculosis, cáncer, o los enfermos mentales, eran declarados incurables
y enviados al "Tratamiento de Recuperación" a diferentes hospitales.
La oficina central de los médicos encargados de estos tratamientos estaba en un
hospital situado en Brandenburg, cerca de Berlín. Ya en el hospital, eran
sometidos a la eutanasia, muerte producida inyectándoles veneno. El sistema de la eutanasia también
era denominado TA, abreviatura tomada de la dirección de la Cancillería de Hitler: 4 Tiergarten Strasse. También usaban gas letal para matar a los pacientes. El
gobierno alemán dio el nombre supuesto e impresionable de: "Fundación de
Caridad para Tratamientos Institucionales" al cuerpo de médicos encargados
de estas actividades. Por orden especial de Hitler, la práctica de la eutanasia
fue declarada legal en Alemania y en los territorios ocupados por los alemanes.
Hacia finales de la década de los años
del 30, alrededor de 100,000 alemanes arios fueron exterminados con veneno
inyectado. Certificados de locura fueron falsificados, y eran expedidos al mayoreo
para aquellos que estuvieran casados o mantuvieran relaciones con no germanos.
Se inició una feroz persecución contra los "Mischlings", que eran
mitad judíos. Miles y miles de ellos fueron castrados, o enviados a campos de
concentración o asesinados.
La Iglesia protestó ante la práctica de
la eutanasia. El Arzobispo Von Gallen, el Cardenal Faulhabe y otros miembros
importantes del clero, condenaron abiertamente esta práctica inhumana desde su púlpitos.
El temor se adueñó de la población al saber que los asesinados eran arios puros
y alemanes.
No por temor a la Iglesia, sino por pura
conveniencia, el gobierno alemán suspendió temporalmente lo asesinatos con
veneno inyectado, y reanudó más tarde secretamente estas prácticas.
Escuchando las interminables historias
terroríficas que el mayor nos relataba, me pregunté qué sería exactamente lo
que este hombre quería de nosotros. No sabía si quería asustarme o volverme
loca. Le miré con horror e incredulidad, cosa que le irritó visiblemente.
Probablemente ésta fue la razón por la cual cambió el tema de su conversación y
empezó a hablarme de mi familia y mis amigos. Esbozando una sonrisa diabólica,
mencionó una lista que vio en el cuartel general de la Gestapo en la que aparecía el nombre del doctor Lengyel (esposo de la autora del presente texto). Mencionó
que al lado del nombre de mi esposo había una nota especial, escrita por el
Jefe de la Gestapo, que decía que mi esposo debía ser prontamente
"eliminado", así con aquellos señalados por la "Quinta
Columna". El mayor también mencionó que el doctor Osvath, médico que
prestaba sus servicios en nuestro hospital también "prestaba sus
servicios" a los alemanes.
La "Quinta Columna" formaba un
papel importante en la maquinaria alemana. Sus miembros obtenían información
acerca de gentes importantes, sus opiniones y actividades con respecto a los alemanes,
previamente a la ocupación de algún país. En dichas investigaciones se
provocaba a la personas a discutir, anotando sus declaraciones y los nombres de
los investigados.”
Una historia más sobre la verdadera índole de la actitud de la Iglesia ante el nazismo:
http://es.wikipedia.org/wiki/The_Scarlet_and_the_Black
Una historia más sobre la verdadera índole de la actitud de la Iglesia ante el nazismo:
http://es.wikipedia.org/wiki/The_Scarlet_and_the_Black
NOTA: Si esto supone que es violar alguna ley de derechos de
autor, ruego se me perdone, porque entiendo que el fin de esta autora era
divulgar el horror sufrido tal y como fue, y por respeto a la verdad destaco
este fragmento de su obra.