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lunes, 21 de abril de 2014

Rafa Fernández, periodista y crítico de cine, gana una demanda a Onda Cero que interpuso a raíz de su despido



Esta entrada también podría titularse "El garbanzo negro gana a la Olla Podrida", pero lo he titulado como se lee.


Anoche sobre las 4 de la madrugada me llegó una notificación. Un amigo de mi red social acababa de remitir a su estado, el cual yo tampoco había visto. Seguí ruta y empecé a leer. Le felicité y hoy he estado rastreando a ver si algún medio recogía la noticia. Debo ser torpe buscando porque no la he encontrado, así que me permito recoger en este humilde blog una noticia que me ha alegrado sumamente.


Rafa Fernández ha ganado, o mejor dicho se le ha sido reparada una injusticia de la que en su momento se habló en este blog (véase “Onda Cero se carga a su garbanzo negro: Rafa Fernández ya no colaborará en Herrera en la Onda”).

"Lo he manifestado en algún punto o nota pasada al hablar de otra cosa. Claro estabais rezando por las playas de España de rodillas y cantando saetas; tenéis un pretexto y coartada ideal, pero... ahora llueve sobre Madrid y más puntos, suena delicioso mientras cuento billetes online. Jejeje, ¿recordáis que no me renovaron en mi último trabajo y que he estado 7 meses y medio sin ingresos y con depresiones de caballo por lo injusta que es esta vida? Pues todo ha acabado desde hace una semana atrás. Hoy lunes se cumplen 7 días en que se ha hecho tangible el boquete que junto a mis abogados hemos taladrado en ese antiguo puesto de trabajo que tanto os gustaba. Ahora muchos desearán tener el móvil de mis defensores, pero la ocasión ya ha terminado y no voy a dar datos. La multa a la Agencia Tributaria la pagarán, la Seguridad Social también, las cantidades no percibidas por vacaciones y extraordinarias, etc, etc. Han pagado mi parte que es importante y ya tengo (aún más) la electricidad pagada hasta mis últimos días de vida. Las ostras también, ... Nunca es tarde si la dicha es justa y buena. En ese punto estoy. Ahora busco lugar para tomar el sol donde no llueva y ponerme moreno y bronceado hasta reventar. Por favor, no celebrar nada que no es bueno alegrarse de la desdicha ajena (ellos) ni que mis viejos acojonados compañeros de curre me pidan el móvil de mi abogado. Una vez más se ha creado antecedentes y ya no vale expoliarme la agenda con mis contactos. No se hable más. Tomaros algo a mi salud, pero pagarlo vosotros y pedid tickets... quizá yo os lo reintegre y abone. Tal vez, o no. Un abrazo a todos los oyentes de Herrera en la Onda y a los de Cinefobia. He tenido mucho gusto."






Estado extraído del perfil de Facebook de Rafa Fernández, periodista y crítico de cine, ahora excolaborador victorioso de Onda Cero, a 21 de abril de 2014.


Pese a su recomendación de no alegrarse del mal ajeno, es decir, del de los condenados a pagar, o sea la empresa, o sea Onda Cero, yo me permito aquí alegrarme sumamente, no sólo por la victoria de los abogados de Rafa Fernández, sino por el precedente creado ante futuras demandas que seguro habrá. Porque el comportamiento indecente que han tenido con el crítico de cine, un colaborador de primera fila, es el que tienen con otros empleados de menor rango probablemente, si no ¿por qué muchos excompañeros del Sr. Fernández le estarían pidiendo el teléfono de su eficientísimo abogado?


Al final será la empresa quien pague, pero ¿es la única culpable? Tirar de un trabajador para sentarlo en cualquier programa que cojea valiéndose de un recurso como es la amistad, y luego echarlo sin contemplaciones echando la culpa a otros, pero no acordarte en los siguientes meses de ése. que según tú era tu amigo, y tirabas de él para cualquier imprevisto, pero acabas por no llamarlo ni por echarle un cable para buscarle una nueva colocación... uff, son impresiones de quien escribe, pero muy loable no es ese comportamiento, pero cuántos casos se darán así.


Casos, los hay, los conozco, de trabajadores a los que se les exige más allá del contrato. Trabajadores a los que se hace creer que se les aprecia de un modo personal más allá de lo laboral, y con ese sentimiento que crean hacer chantaje emocional al trabajador para que cubra tareas que no le son propias, llegando a producirle un estado en el que la persona cree que su vida es el trabajo, y que la empresa depende de él y no puede fallar.


Por lo que se cuenta en el estado de Facebook, la condena consistiría en pagar multas a la Agencia Tributaria y a la Seguridad Social. Y después de llevar años escuchando a un cierto locutor pantuflero y mañanero, ¿con qué moral emulaba a Federico Jiménez Losantos? Ya, ya sé que él es otro empleado de la empresa, pero alguna responsabilidad tendría en mediar para que a un trabajador/colaborador se le asignaran tareas que luego no se reflejaban en nómina, y no se le tributaban en el organismo correspondiente.


Reproduzco aquí el estado de esa persona que a mí me alegraba muchos viernes, muchos veranos, tanto por el día (con Begoña) como por la noche (con Luján y otros presentadores que desaparecieron de Onda Cero), y los domingos por la mañana (con Juan Diego Guerrero) y verle al fin en persona requerido por los servicios informativos de Antena 3 para dar su parecer sobre alguna noticia de cine. Por fin en algo se le ha restañado el daño, aunque no todo, porque ¿quién le quita a alguien ese susto de ser de un día para otro alguien que no sirve para lo que ha servido hasta el momento en que le llega el aviso de despido? ¿Qué dinero puede conseguir que un colaborador brillante vuelva a ser deseado por alguna empresa de comunicación? Sólo deseo que un comunicador/a honrad@ aprecie tus cualidades y te demande como colaborador, porque yo sigo echando de menos a mi Rafa, aunque se metiera con Almodóvar y con Pe, sigo echándolo de menos, porque más que crítico, Rafael Inocencio, pecaba de inocente, y creyendo estar entre amigos contaba cosas de su propia vida, y aunque lo niegue, creyó que aquellos que le reían sus picantes anécdotas eran sus amigos. Ellos se lo pierden, y a lo mejor se creen que están en esa burbuja en la que actúan como intocables, pero se equivocan, la vida es muy larga y hay acíbar para todos, y su hora irremediablemente está cerca, igual que los matrimonios se acaban el éxito profesional también, y más cuando éste se basa en hacer creer que se tiene un cierto talante humano y todo el mundo acaba por descubrir que es una máscara.


P.D.: Si lees esto, Rafa, me mata la curiosidad por saber a qué hecho te refieres con lo de "ya no vale expoliarme la agenda con mis contactos".

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