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sábado, 20 de junio de 2015

Un marido para mi mujer: realidades de contenedor de basura

En mi via crucis por la sorpresa desagradable, nunca termino de encontrar curiosas estaciones. Tras la "Sustancialmente Virgen" conocí a una pareja de un comportamiento extraño. Tras parecerme increíble lo que mi cerebro procesaba, no podía negarlo. Sí, hay ciertos tipos, o ciertas parejas, no sé hasta que punto el modo de proceder es consensuado por los dos, que lían a su mujer –en este caso- con otro hombre. Sí, cual chulo con su meretriz. El “marido-chulo” señala un objetivo, el fin obviamente es monetario, un fin que reportará beneficios a ambos según él: él se libera de una carga, ella encontrará un hombre más a la medida de las exigencias que el marido no quiere satisfacer.
Tal vez el motivo sea una pareja rota que no se atreve a divorciarse porque por separado no pueden automantenerse, o simplemente el “marido-chulo” presta a su esposa, pero con el fin último de recuperarla más tarde una vez hayan desplumado al pájaro objeto de su maquiavélico plan.
Llegar a una conclusión tan perversa no es fácil, porque nunca te lo terminas de creer. La esposa-meretriz empieza a tener atenciones que antes no tenía con el objetivo, se hace la encontradiza, busca proximidad. Por su lado el marido-chulo intenta distraer a la pareja del objetivo. Le da charla, le sigue el rollo, le rellena la copa en las fiestas, se presta a poner música, se hace el encontradizo, mira de forma persistente.
La esposa, por su lado, llega incluso a apostarse en la esquina más próxima al portal a la espera de su objetivo. Dado que el objetivo no pasa de decir hola y sigue su camino, la esposa-meretriz se da por vencida por un tiempo.
Al tener una posición privilegiada de observación el objetivo y su pareja se coscan de todo. El infeliz objetivo aguanta los embates con perseverancia, nunca pierde la compostura, todo lo más si se apercibe de la presencia de su perseguidora se cambia de acera, de calle incluso. Difícil en estos casos encararse con ellos porque recurrirán a la socorrida maniobra de negar y acusar al otro de pirado, porque sólo él es el que siente todas y cada una de las maniobras del miniejército enemigo.
Y claro, es todo muy sospechoso, porque el mismo entorno en el que se intenta dar caza a la víctima, es también donde el cazador vive, y la información va en todas direcciones, todo el mundo habla de todo el mundo, y por más empeño que haya no se centran las lenguas en una sola víctima en concreto. Así que los objetivos, que sospechan estar en el punto de mira del cazador, confirman que el entorno de la pareja marido-chulo/esposa-meretriz es muy inestable: él tiene vicios caros, un estilo de vida al que no quiere renunciar, ella por más que intenta salvar la cara se ve ignorada y humillada; así que tras años de exigir al marido, no que sea un hombre como ninguno, sino simplemente uno como todos, y no ver atendidas sus demandas, socavada su voluntad, por un constatado por los oídos a través de las paredes, maltrato verbal y una imagen pública vejada, hasta el extremo de decirle a voces en público que coja el coche y se vaya con su enfado a casa de los papás, o evitar a la propia esposa yéndose corriendo a otra calle cuando ella está comprando en un comercio sin importarle que lo vean los demás. Entre otras cosas.
Y es que, dejando a un lado el miedo a dar ideas a maridos como el mencionado, compensaremos con la idea de alertar a esposas incautas casadas con maridos encantadores de serpientes que son capaces de convencerlas de que ellos no las merecen y ellas estarían mejor con un buen hombre que fuera como ellas quieren que sea su marido primigenio, y no como es el tipo que hace muy real lo de la confianza da asco; y es capaz de, pasada esa época de calentura en la que apetece tener novia y sentar cabeza, volver a caer en los vicios y garantizarse que no pagarán demasiado caro el haber pasado por el altar. ¿Cómo evitarlo? Pues sí, si te separas de una señora que en ese momento no trabaja y llevas muchos años con ella tienes que pagar mucho más que si colocas a la señora con un tipo legal que se hará responsable de ella y los churumbeles, y de paso pagas menos de pensión alimenticia.
Pero claro, los que juegan al ajedrez con las personas carecen de la más mínima noción de lo que es humanidad, y menos aún el azar. Por no hablar de que sus bajos instintos sumados al consumo de ciertas sustancias, como el alcohol desde temprana edad, hacen que el cerebro no dé mucho de sí. Por lo tanto no prevé que haya personas que le adivinen la dirección de sus pasos antes de levantar el pie, menos aún preverá sobre la consistencia de ciertas relaciones humanas, de pareja o de otro tipo, así que el tipo, aun siendo más pesado que el plomo derretido, acaba eligiendo otros objetivos. Lo que pasa que éstos, o no están interesados, o han puesto atención a las peroratas de desahogo que cierta persona pronunciaba denunciando a quien lo quisiera oír las intenciones celestinescas del sujeto borrachín y su sumisa y vaga esposa.

Aquí tenéis el ejemplo más insólito que hoy incluyo en mi pequeño catálogo de seres y estares (he comprendido a lo que se refería la canción de Manolo García) que es este blog. Luego no digáis que no estabais avisados. Por eso es tan bueno leer y ver de todo, porque nunca sabes en qué momento puedes encontrarte un ejemplo real de lo que una vez leíste o viste, y a la mínima lo reconoces. 
Recordaréis la película “Lázaro de Tormes” (basada en un monólogo teatral de Fernando Fernán Gómez, inspirado en el popular anónimo), con Rafael Álvarez, “El Brujo”; aquí asistíamos, quizá atónitos, en el momento del estreno. a la relación que consentía Lázaro cediendo alegremente los favores de su mujer como barragana (amante de un sacerdote), algo muy acostumbrado en la época y que se solía solucionar mirando a otro lado. 



Hace unos añitos se produjo una película que no vi, ignoro el argumento y si este coincide con estos hechos que ahora narro, titulada “Un marido para mi mujer”, y eso es lo que buscaba este señor, porque si le buscas un marido a tu mujer, además de un ahorro en las obligaciones económicas para con ella, tal vez se vaya con el nuevo marido al otro extremo de España y no tengas que ni que cederle la vivienda. Así que lo aprovecharé como parte del título de esta entrada.



¡¡¡ÚLTIMA HORA!!! He leído la sinopsis de "Un marido para mi mujer" y es lo que dice el título y coincide con lo que cuento. Viendo la fecha de producción lo mismo el indeseable marido-proxeneta se basó en la peli para forjar su modus operandi, que a día de hoy y tras algunos años de no verlo y soportarlo (imaginad la voz de un fumador y bebedor empedernido, y otras cosas) no ha conseguido colocar la mercancía.
Debo tener un día inspirado y de coincidencias, porque veo que esta última peli que menciono la protagoniza Matt Dillon al que acabo de ver en "Wayward Pines" en su primer episodio. Por cierto, acabo de escribir un post sobre él y lo mal que me cae, no sé si este actor en su realidad se comporta como los personajes, o tiene el infortunio o la fortuna (según se mire) de tener una cara de chulo que provoca partírsela, no sólo por la cara, sino porque sus personajes son como el marido-proxeneta que menciono (el que menciono es muy feo, imaginad décadas de estragos de alcohol: nariz de porra, poros abiertos, cero ejercicio, extraños coloretes a lo Mariquita Pérez -la muñeca-, etc.). Conste que tampoco es tan capullo como el personaje de "Bésame antes de morir", aunque dista poco, porque ese personaje también tiene esa mecánica ajedrecística a la hora de reubicar personas, las propias y las ajenas
Una cosa buena hay que reconocerle al marido-proxeneta, más de una: ha inspirado esta entrada, y al escribirla os he dado tres sugerencias de pelis para que abundéis en las posibles inspiraciones de este desalmado marital.
Por suerte no todos los maridos que desean un divorcio descienden a este tipo de maniobras pueriles y perversas. Calculan, y si no pueden se aguantan, pero no hacen de celestinos ni trotaconventos a sus esposas.

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