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miércoles, 26 de agosto de 2015

El fin del Milenio 3: adiós al Iker Jiménez radiofónico

Es muy difícil contarlo. Escribirlo ya no te digo. La noche del fatal anuncio se reían de mí por mi reacción. Y es que hay cosas que calan más en ti de lo que tú eres capaz de admitir conscientemente.
No soy muy de fechas, por eso en Historia me iba regular, así que me limitaré a contar mi historia con Milenio 3 tal y como me venga. Después de todo es lo que suelo hacer en cada entrada, y se nota mucho, supongo.
Mi historia con Milenio 3 es una historia con la radio en general. Con leves diferencias yo soy de la quinta de Iker Jiménez. Como él crecí con los programas de Jiménez del Oso, y al tener mi madre la radio casi todo el día puesta, es lo que tiene pasar mucho tiempo en la cocina, había noches que cenábamos tan tarde que alcanzábamos a escuchar el programa de Antonio José Alés, yo de peque escribía Alex. Sigamos, el programa se llamaba Medianoche (he tenido que consultar para reafirmarme). Reconozco que lo que más me atraía en aquellos entonces era la voz. Siempre he sido muy de fijarme especialmente en la voz de las personas, y no sé si por un talento natural o por escuchar tanto y atentamente radio y demás, detecto matices que me rebelan mucha información.
El programa de Alés acabó, y la semilla de estos temas ya había germinado en mi curiosidad, así que cuando pude tener el coraje suficiente de llevarme la radio de una única pletina a mi habitación empecé a buscar no sólo emisoras de radiofórmula sino programas que hablaran de temas que me interesaran. De este modo encontré uno en Radio Nacional de España, recuerdo en especial uno que emitía relatos fantásticos, en concreto se me quedó grabado un relato en el que los fumadores eran tratados como lo eran entonces los heroinómanos, un relato profético viendo el devenir de los cambios legales que han desembocado en nuestra expulsiva Ley Antitabaco Española.
Voy a intentar buscar como se llamaba este programa de RNE, tal vez fuera Sobrenatural o "Historias" de Juan José Plans, pero no me cuadra en fechas. Tal vez me confunda de emisora, no estaba tan pendiente de eso entonces.
Hubo un periodo de cierta sequía, de abominación de estos temas que vivieron su apoteosis en los años 70, pero los 90, como muy bien hacía notar Iker Jiménez, fue un periodo catastrófico en el que estos temas fueron siendo arrinconados en las parrillas tanto radiofónicas como televisivas, o peor, eran usados para servir de chufla al presentador escéptico de turno, que a mi parecer encontraba así una forma fácil de mantener en alto su prestigio intelectual que el resto de las secciones de su programa tiraban por los suelos. Sí, hablo de Javier Sardá y sus "Crónicas Marcianas", ¿irónico no? que en un programa titulado marcianas, fusilando un título cumbre de la literatura fantástica se aniquilara tan funestamente estas temáticas llevando a seres en lista de espera de frenopático para reírse de ellos y sus afirmaciones sobre estar poseídos por extraterrestres, o haber copulado con una de ellas, o haber estado en Ganímedes. Pero yo fecharía el despretigio de los asuntos paranormales, en las controvertidas psicofonías de El Palacio de Linares. Raimundita hizo mucho daño, y sirvió de ariete a muchos para cargarse estos asuntos que llegaron incluso a aparecer en un matinal como Hoy Por Hoy en la voz de Iñaki Gabilondo.
Como decía, mi afición a la radio de forma activa empezó por ahí, aunque había otros temas que conocía por referencias gracias a mi abuela: las radionovelas, pero cuando se despertó en mí esta afición ya no se emitían; excepto en una ocasión en la que se estrenaba R5 de RNE, que emitieron Esmeralda, con la voz cristalina de la entonces muy de moda por “Cristal” Lupita Ferrer. Poco a poco, cuando me emancipé y tuve mi propia radio empecé a tantear otros tipos de programas. Recién estrenada mi libertad hacía los horarios que me daba la gana, de este modo me empecé a aficionar a la radio nocturna, aunque tenía la radio puesta todo el día. En este transitar por las ondas acabé escuchando “Si amanece nos vamos”, llevar este tipo de horarios y otros motivos te hace generar insomnio, o sea nada recomendable.
Los domingos, día en el que los disparates horarios se acusan más, y para ser más concreta la madrugada del domingo al lunes, en la segunda hora de “Si amanece...” había una sección dedicada a temas paranormales, una especie de consultorio dedicado a estos asuntos, la gente entonces escribía, aún no se había generalizado el uso del correo electrónico. Temiendo equivocarme, en aquella “Hora de los misterios”, antes de Iker Jiménez hubo otro colaborador, y admito con tristeza que no recuerdo con firme exactitud su nombre y apellidos, dudo entre José Antonio y Juan Antonio; pero más triste es ver que buscando en Google, me está costando horrores encontrar este dato, ni siquiera en el artículo de la Wikipedia dedicado a este programa se menciona a este señor. Pero sí, de esto estoy segura, antes de Iker había otro señor, que dicho sea de paso no ponía excesiva pasión en su cometido, quizá por eso Iker tuvo su oportunidad.
Los seguidores de Iker Jiménez sabréis como yo como se gestó “Milenio 3”, como cuenta Iker que Carlos Cala, el que daba los boletines las noches de fin de semana le sugirió que presentara un proyecto a los jefes de un programa propio. El resto, para nuestra fortuna, está en los podcast. ¡Lo que daría yo porque hubiera podcast de las radionovelas que me refería mi abuela!
Reconozco que cuando aquella madrugada fatal escuché la noticia fatal me cabreé muchísimo. Sé que resulta extraño, grotesco. Pero hay personas que no hacemos un ocio estándar, que no nos gusta tomar “agua con misterio” rodeados de extraños y quedar inconscientes quedando expuesto a ellos. Mi ritual hace ya más de una década, era escuchar el programa en el coche, al aire libre, mirando las estrellas, porque se me hacía todo más mágico. Al escucharlo con mi pareja era una manera también de prolongar esa sensación de noviazgo. Además, me sentía diferente, no haciendo lo mismo que todos los demás. A base de escuchar tantos años el programa, sin quererlo vas incorporando esas voces a tu acerbo afectivo. Sin darte cuenta, cualquier problema que te dañe se achicaba cuando les escuchabas, porque además te contaban cosas, que aunque ya conocías, las contaban como si fueran nuevas, con esa pasión, con esa entrega tan especial, como si se lo creyeran, pero dejando claro (esto es lo que más respetaba de ellos) que no afirmaban nada, sólo exponían. Con el tiempo supimos que Carmen Porter era también su pareja, y de algún modo se complementaban tanto, iban repartiendo el juego, que quizá visto en la distancia y el discurrir de los años contribuía a que la figura de Iker no acusara cansancio. Pero aparte de Porter, Iker siempre ha sabido rodearse de colaboradores francamente buenos, e incluso tuvo el doloroso acierto (supongo que lo era prescindir) de renovarlos cada cierto tiempo.
Aprovechando esta entrada y siguiendo con el tema “colaboradores” reconozco que algunos por muy simpáticos que me parecieran adolecían de un notable descreimiento y eso no ayudaba nada, la verdad, se notaba el puntito burlón, no diré en quién o quiénes, pero existía; por otro lado, también estaba el colaborador empalagoso, el excesivamente entregado, tanto que pecaba de un exceso en llamar la atención dilatando su participación con introducciones y pausas excesivas, no diré quién, pero por suerte desapareció.
Lo que me hizo fiel, no fue sólo ese espíritu nostálgico que se puede desprender de lo ya escrito, tampoco que me identificara con Iker como miembros los dos de una misma generación, como aficionados a temas comunes. Lo que me hizo admirarle fue lo que se podría resumir en el lema “yo cuento hechos, no les doy explicación, ni afirmo ni desmiento”, y así, en su propio programa pudo exponer un acontecimiento ufológico o paranormal y además de contar con los expertos en estos asuntos llevaba expertos científicos que pudieran dar al asunto una explicación académicamente tasada por la oficialidad científica. Con el tiempo, además, “Milenio 3” fue incluyendo secciones que no tenían nada de paranormal, recuerdo con especial cariño los sucesos, las referencias al periódico “El caso”, las participaciones de Paco Pérez Abellán, un reciente programa dedicado a “La huella del crimen”. Los que nunca habéis escuchado el programa tenéis la oportunidad que os envidio tanto de escucharlo desde el principio gracias a los podcast de webs como ivoox.
En cuanto a las razones que han llevado a Iker a finiquitar el programa de radio en pro de la tele, son muy respetables, creíbles, convincentes. Y es que Iker se nos ha hecho mayor, tanto que ya es papá y un ser humano, como lleva años demostrándonos, muy sabio. Entregarse tantos años a la difusión tanto en tele como en radio ha hecho que su faceta como investigador y escritor haya mermado, y hemos de recordar que Iker empezó siendo un precoz investigador al modo de J.J. Benítez, como él tantas veces ha contado, entiendo que ha llegado a ese punto de toda persona exitosa a la que todo el mundo quiere tener en plantilla en la que necesita comprar tiempo para ejercer en su vida personal, para recuperar aficiones perdidas. Desde este punto de vista no sólo entiendo sino que aplaudo su decisión.
Uno de los mayores logros de Iker así como de otros comunicadores como el tristemente y tempranamente desaparecido Juan Antonio Cebrián, es haber estimulado la pasión lectora de muchos jóvenes y no tan jóvenes. Es muy probable que ellos hayan hecho más por la lectura que muchas campañas del Ministerio de Educación y otras instituciones dedicadas al efecto. Además han suscitado vocaciones, tanto es así que algunos de sus colaboradores de los últimos tiempos eran oyentes que acabaron estudiando periodismo, según su propia confesión, por Iker y su programa.
La suerte es que nos queda “Cuarto Milenio”, en la tele, no es lo mismo, no tiene ese espíritu, ese ambiente que se detectaba, esa cordialidad, en la tele el programa queda más encorsetado, la interacción con el espectador es imposible, debido a que no es en directo. Por hacer una comparación que no cumple con el objetivo que me propongo al 100 % es como ver una película en una sala de cine, con gente y ver la misma película en casa en la tele. Sé lo que me digo, yo he llegado a coincidir con más oyentes excursionistas en algún monte para ver las estrellas, o me ha sorprendido oír a Iker doble porque el coche de metros más allá también lo tenían sintonizado.
No sé qué ocurrirá con el espacio libre que ha quedado en Cadena Ser, supongo que no aprovecharán el buen hacer demostrado de algún colaborador como Santiago Camacho, para realizar un programa, si no similar, al menos de ese corte. Esa es mi pesimista visión, no lo harán, y tal vez esa franja se vea rellenada con algún programa repetido, o alguno que oficialmente vaya los sábados por la tarde, pero El Carrusel se lo coma relegando su emisión a la madrugada.
Me da tanto miedo, tengo tanto temor a la decepción que no lo quiero ni mirar.
Esa exclusividad con Mediaset tan mentada por los defraudados por la decisión de Iker Jiménez, espero que no sirva para enclaustrar a una figura molesta como sucedió con algunos comunicadores en los últimos 90 y primeros 2000, una práctica ¿casual? en la que según vi en los efectos en la carrera de esa persona, el contrato en exclusividad servía para cancelar el programa con cualquier excusa y mantener ese comunicador en la nevera sin opción de ejercer en algún otro medio de comunicación, con más o menos dificultad el comunicador cobraba lo estipulado por finiquito, pero era igualmente obligado a permanecer a las órdenes de la cadena, que ¡oh, casualidad! nunca llegaban. Para cuando la vinculación con la cadena se había extinguido la carrera fulgurante de ese comunicador de moda se había congelado y a duras penas conseguía oficio como colaborador. Es una observación, no una acusación firme.
Por ello, osando aconsejar, le diría a Iker Jiménez y demás colaboradores, que cultivaran su faceta literaria, y tuvieran manuscritos listos. Sólo espero que hayan negociado bien su contrato y puedan hacerlo. Lo de la exclusividad suena tan mal...

Creo que es suficiente. En su momento no escribí sobre “Si amanece nos vamos” cuando se terminó. Un recuerdo grande a Bea Rodríguez.

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