Es muy difícil contarlo.
Escribirlo ya no te digo. La noche del fatal anuncio se reían de mí por mi
reacción. Y es que hay cosas que calan más en ti de lo que tú eres capaz de
admitir conscientemente.
No soy muy de fechas, por
eso en Historia me iba regular, así que me limitaré a contar mi historia con
Milenio 3 tal y como me venga. Después de todo es lo que suelo hacer en cada
entrada, y se nota mucho, supongo.
Mi historia con Milenio 3
es una historia con la radio en general. Con leves diferencias yo soy de la
quinta de Iker Jiménez. Como él crecí con los programas de Jiménez del Oso, y
al tener mi madre la radio casi todo el día puesta, es lo que tiene pasar mucho
tiempo en la cocina, había noches que cenábamos tan tarde que alcanzábamos a
escuchar el programa de Antonio José Alés, yo de peque escribía Alex. Sigamos,
el programa se llamaba Medianoche (he tenido que consultar para reafirmarme).
Reconozco que lo que más me atraía en aquellos entonces era la voz. Siempre he
sido muy de fijarme especialmente en la voz de las personas, y no sé si por un
talento natural o por escuchar tanto y atentamente radio y demás, detecto
matices que me rebelan mucha información.
El programa de Alés acabó,
y la semilla de estos temas ya había germinado en mi curiosidad, así que cuando
pude tener el coraje suficiente de llevarme la radio de una única pletina a mi
habitación empecé a buscar no sólo emisoras de radiofórmula sino programas que
hablaran de temas que me interesaran. De este modo encontré uno en Radio
Nacional de España, recuerdo en especial uno que emitía relatos fantásticos, en
concreto se me quedó grabado un relato en el que los fumadores eran tratados
como lo eran entonces los heroinómanos, un relato profético viendo el devenir
de los cambios legales que han desembocado en nuestra expulsiva Ley Antitabaco
Española.
Voy a intentar buscar como
se llamaba este programa de RNE, tal vez fuera Sobrenatural o "Historias" de Juan José Plans,
pero no me cuadra en fechas. Tal vez me confunda de emisora, no estaba tan
pendiente de eso entonces.
Hubo un periodo de cierta
sequía, de abominación de estos temas que vivieron su apoteosis en los años 70,
pero los 90, como muy bien hacía notar Iker Jiménez, fue un periodo catastrófico
en el que estos temas fueron siendo arrinconados en las parrillas tanto radiofónicas
como televisivas, o peor, eran usados para servir de chufla al presentador escéptico
de turno, que a mi parecer encontraba así una forma fácil de mantener en alto
su prestigio intelectual que el resto de las secciones de su programa tiraban
por los suelos. Sí, hablo de Javier Sardá y sus "Crónicas Marcianas", ¿irónico
no? que en un programa titulado marcianas, fusilando un título cumbre de la
literatura fantástica se aniquilara tan funestamente estas temáticas llevando a
seres en lista de espera de frenopático para reírse de ellos y sus afirmaciones
sobre estar poseídos por extraterrestres, o haber copulado con una de ellas, o
haber estado en Ganímedes. Pero yo fecharía el despretigio de los asuntos paranormales, en las controvertidas psicofonías de El Palacio de Linares. Raimundita hizo mucho daño, y sirvió de ariete a muchos para cargarse estos asuntos que llegaron incluso a aparecer en un matinal como Hoy Por Hoy en la voz de Iñaki Gabilondo.
Como decía, mi afición a la
radio de forma activa empezó por ahí, aunque había otros temas que conocía por
referencias gracias a mi abuela: las radionovelas, pero cuando se despertó en mí
esta afición ya no se emitían; excepto en una ocasión en la que se estrenaba R5
de RNE, que emitieron Esmeralda, con la voz cristalina de la entonces muy de
moda por “Cristal” Lupita Ferrer. Poco a poco, cuando me emancipé y tuve mi
propia radio empecé a tantear otros tipos de programas. Recién estrenada mi
libertad hacía los horarios que me daba la gana, de este modo me empecé a
aficionar a la radio nocturna, aunque tenía la radio puesta todo el día. En
este transitar por las ondas acabé escuchando “Si amanece nos vamos”, llevar
este tipo de horarios y otros motivos te hace generar insomnio, o sea nada
recomendable.
Los domingos, día en el
que los disparates horarios se acusan más, y para ser más concreta la madrugada
del domingo al lunes, en la segunda hora de “Si amanece...” había una sección dedicada
a temas paranormales, una especie de consultorio dedicado a estos asuntos, la
gente entonces escribía, aún no se había generalizado el uso del correo electrónico.
Temiendo equivocarme, en aquella “Hora de los misterios”, antes de Iker Jiménez
hubo otro colaborador, y admito con tristeza que no recuerdo con firme
exactitud su nombre y apellidos, dudo entre José Antonio y Juan Antonio; pero más
triste es ver que buscando en Google, me está costando horrores encontrar este
dato, ni siquiera en el artículo de la Wikipedia dedicado a este programa se
menciona a este señor. Pero sí, de esto estoy segura, antes de Iker había otro señor,
que dicho sea de paso no ponía excesiva pasión en su cometido, quizá por eso
Iker tuvo su oportunidad.
Los seguidores de Iker Jiménez
sabréis como yo como se gestó “Milenio 3”, como cuenta Iker que Carlos Cala, el
que daba los boletines las noches de fin de semana le sugirió que presentara un
proyecto a los jefes de un programa propio. El resto, para nuestra fortuna, está
en los podcast. ¡Lo que daría yo porque hubiera podcast de las radionovelas que me refería mi abuela!
Reconozco que cuando
aquella madrugada fatal escuché la noticia fatal me cabreé muchísimo. Sé que
resulta extraño, grotesco. Pero hay personas que no hacemos un ocio estándar,
que no nos gusta tomar “agua con misterio” rodeados de extraños y quedar
inconscientes quedando expuesto a ellos. Mi ritual hace ya más de una década,
era escuchar el programa en el coche, al aire libre, mirando las estrellas,
porque se me hacía todo más mágico. Al escucharlo con mi pareja era una manera
también de prolongar esa sensación de noviazgo. Además, me sentía diferente, no
haciendo lo mismo que todos los demás. A base de escuchar tantos años el
programa, sin quererlo vas incorporando esas voces a tu acerbo afectivo. Sin
darte cuenta, cualquier problema que te dañe se achicaba cuando les escuchabas,
porque además te contaban cosas, que aunque ya conocías, las contaban como si
fueran nuevas, con esa pasión, con esa entrega tan especial, como si se lo
creyeran, pero dejando claro (esto es lo que más respetaba de ellos) que no
afirmaban nada, sólo exponían. Con el tiempo supimos que Carmen Porter era
también su pareja, y de algún modo se complementaban tanto, iban repartiendo el
juego, que quizá visto en la distancia y el discurrir de los años contribuía a
que la figura de Iker no acusara cansancio. Pero aparte de Porter, Iker siempre
ha sabido rodearse de colaboradores francamente buenos, e incluso tuvo el
doloroso acierto (supongo que lo era prescindir) de renovarlos cada cierto
tiempo.
Aprovechando esta entrada
y siguiendo con el tema “colaboradores” reconozco que algunos por muy simpáticos
que me parecieran adolecían de un notable descreimiento y eso no ayudaba nada,
la verdad, se notaba el puntito burlón, no diré en quién o quiénes, pero existía;
por otro lado, también estaba el colaborador empalagoso, el excesivamente
entregado, tanto que pecaba de un exceso en llamar la atención dilatando su
participación con introducciones y pausas excesivas, no diré quién, pero por
suerte desapareció.
Lo que me hizo fiel, no
fue sólo ese espíritu nostálgico que se puede desprender de lo ya escrito,
tampoco que me identificara con Iker como miembros los dos de una misma
generación, como aficionados a temas comunes. Lo que me hizo admirarle fue lo
que se podría resumir en el lema “yo cuento hechos, no les doy explicación, ni
afirmo ni desmiento”, y así, en su propio programa pudo exponer un
acontecimiento ufológico o paranormal y además de contar con los expertos en
estos asuntos llevaba expertos científicos que pudieran dar al asunto una
explicación académicamente tasada por la oficialidad científica. Con el tiempo,
además, “Milenio 3” fue incluyendo secciones que no tenían nada de paranormal,
recuerdo con especial cariño los sucesos, las referencias al periódico “El caso”,
las participaciones de Paco Pérez Abellán, un reciente programa dedicado a “La
huella del crimen”. Los que nunca habéis escuchado el programa tenéis la
oportunidad que os envidio tanto de escucharlo desde el principio gracias a los
podcast de webs como ivoox.
En cuanto a las razones
que han llevado a Iker a finiquitar el programa de radio en pro de la tele, son
muy respetables, creíbles, convincentes. Y es que Iker se nos ha hecho mayor,
tanto que ya es papá y un ser humano, como lleva años demostrándonos, muy
sabio. Entregarse tantos años a la difusión tanto en tele como en radio ha
hecho que su faceta como investigador y escritor haya mermado, y hemos de
recordar que Iker empezó siendo un precoz investigador al modo de J.J. Benítez,
como él tantas veces ha contado, entiendo que ha llegado a ese punto de toda
persona exitosa a la que todo el mundo quiere tener en plantilla en la que
necesita comprar tiempo para ejercer en su vida personal, para recuperar
aficiones perdidas. Desde este punto de vista no sólo entiendo sino que aplaudo
su decisión.
Uno de los mayores logros
de Iker así como de otros comunicadores como el tristemente y tempranamente
desaparecido Juan Antonio Cebrián, es haber estimulado la pasión lectora de
muchos jóvenes y no tan jóvenes. Es muy probable que ellos hayan hecho más por
la lectura que muchas campañas del Ministerio de Educación y otras
instituciones dedicadas al efecto. Además han suscitado vocaciones, tanto es así
que algunos de sus colaboradores de los últimos tiempos eran oyentes que
acabaron estudiando periodismo, según su propia confesión, por Iker y su
programa.
La suerte es que nos queda
“Cuarto Milenio”, en la tele, no es lo mismo, no tiene ese espíritu, ese
ambiente que se detectaba, esa cordialidad, en la tele el programa queda más
encorsetado, la interacción con el espectador es imposible, debido a que no es
en directo. Por hacer una comparación que no cumple con el objetivo que me propongo
al 100 % es como ver una película en una sala de cine, con gente y ver la misma
película en casa en la tele. Sé lo que me digo, yo he llegado a coincidir con más
oyentes excursionistas en algún monte para ver las estrellas, o me ha
sorprendido oír a Iker doble porque el coche de metros más allá también lo tenían
sintonizado.
No sé qué ocurrirá con el
espacio libre que ha quedado en Cadena Ser, supongo que no aprovecharán el buen
hacer demostrado de algún colaborador como Santiago Camacho, para realizar un
programa, si no similar, al menos de ese corte. Esa es mi pesimista visión, no
lo harán, y tal vez esa franja se vea rellenada con algún programa repetido, o
alguno que oficialmente vaya los sábados por la tarde, pero El Carrusel se lo
coma relegando su emisión a la madrugada.
Me da tanto miedo, tengo
tanto temor a la decepción que no lo quiero ni mirar.
Esa exclusividad con
Mediaset tan mentada por los defraudados por la decisión de Iker Jiménez,
espero que no sirva para enclaustrar a una figura molesta como sucedió con
algunos comunicadores en los últimos 90 y primeros 2000, una práctica ¿casual? en
la que según vi en los efectos en la carrera de esa persona, el contrato en
exclusividad servía para cancelar el programa con cualquier excusa y mantener
ese comunicador en la nevera sin opción de ejercer en algún otro medio de
comunicación, con más o menos dificultad el comunicador cobraba lo estipulado
por finiquito, pero era igualmente obligado a permanecer a las órdenes de la
cadena, que ¡oh, casualidad! nunca llegaban. Para cuando la vinculación con la
cadena se había extinguido la carrera fulgurante de ese comunicador de moda se
había congelado y a duras penas conseguía oficio como colaborador. Es una
observación, no una acusación firme.
Por ello, osando
aconsejar, le diría a Iker Jiménez y demás colaboradores, que cultivaran su
faceta literaria, y tuvieran manuscritos listos. Sólo espero que hayan
negociado bien su contrato y puedan hacerlo. Lo de la exclusividad suena tan
mal...
Creo que es suficiente. En
su momento no escribí sobre “Si amanece nos vamos” cuando se terminó. Un
recuerdo grande a Bea Rodríguez.
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