Cuando supe de "Wayward Pines" y su argumento inmediatamente vino a mi mente “Twin Peaks”, me falta verla
entera para confirmar esta noción primera que fue uno de los incentivos para
decidirme a verla.
Aparte de esta posible
inspiración en la serie mítica de David Lynch me llamó la atención que la
protagonizara Matt Dillon. Este actor no me simpatiza, de hecho mi antipatía
hacia él se configuró en mi adolescencia, se me hacía parecido a un primo que
me caía como el plomo derretido debido a sus papeles de chulo, macarra y arribista,
por ejemplo en “Rebeldes” y “Bésame antes de morir”, de los actores de esta época
es uno de los pocos que ha sobrevivido entre los receptores de primeros papeles
superando a la megastar de aquel momento Rob Lowe, el rey de las portadas de la
revista “Superpop” de aquella época ¿quién no ha tenido un póster suyo? Me reconcilié
con él en “Algo pasa con Mary” por interpretar un personaje que era el
compendio del estereotipo que llevaba colgado a sus espaldas desde décadas atrás.
Y es que Matt Dillon tiene
una cara de esa que provoca partírsela por parecer ese chulo matón de barrio
que se ríe de todo el mundo y se rodea de niñatos que le coreen sus risas y
bravuconadas.
Yendo a la serie no quiero
pensar, suponer menos, adivinar nunca que viendo ciertos detalles la serie
acabará como “Los Serrano”. Pero tras visionar el primer capítulo mucho más que
parecerse a “Twin Peaks” a lo que se parece es a “Shutter Island”, ese “Los
renglones torcidos de Dios” protagonizado por Leonardo Di Caprio. Porque si es
así, estamos ante una nueva crisis de guión mundial, ya que hasta yo puedo
predecir los argumentos. En los aspectos técnicos no entraré porque la mayor
parte de las series actuales son irreprochables en ese aspecto. Pero
argumentalmente el primer capítulo juega tanto al despiste, a la confusión, que
lejos de incitar a ver un segundo es hoy, finales de verano, y la vi a
principios de verano que sigo sin ver uno más. No quiere decir que desanime a
alguien, pero es de esas series que para que su mundo entre en ti tienes que
ver varios capítulos.
Con la oferta que hay ahora es difícil que dé tantas
oportunidades a una serie, antes me he visto “La dama velada” que con sus
elementos clásicos de folletín me ha llegado más que la serie que nos ocupa. Lástima
que la finiquitaran, se notó mucho que a Clara le robaron muchos capítulos
hacia el final, tantos capítulos han faltado a “La dama velada” que pareciera
que se hubiera acabado sin que el pobre Mateo supiera que él era en realidad el
conde Grandi.
Como al final estoy
fundiendo dos temas, que darían para dos entradas, lo que me obligará a cambiar
el título, aprovecho para señalar que la pareja protagonista de “La dama velada”
tiene tanta química que podrían ser los nuevos Sofía Loren y Marcelo
Mastroiani, ahora mismo los veo a los dos haciendo remakes de los clásicos
italianos protagonizados por aquellos dos monstruos de la interpretación.
Miriam Leone, aparte de ser bellísima, no en vano fue Miss Italia 2008, aunque
la noto un poco falta de tablas, cumple de sobra con las expectativas, encuentro
que sus movimientos de manos son muy amanerados y cursis y va demasiado
estirada todo el tiempo tanto que por momentos creía que la cabeza se le iba a
separar del cuerpo, necesita soltarse más y olvidar un poco las clases de
modelaje. El que me parece un actor sublime es Lino Guanciale, se agradece
tanto ver a alguien sin una dentadura perfecta y que sea tan atractivo... El
resto del reparto estaba maravilloso, sobretodo el de los malos, que son malos
como manda el canon: ese Cornelio, esa Adelaida, maldad y codicia en estado
puro. Del casting español de esta serie me cargaba un poco Jaime Olías (Mateo),
demasiado rubio quizá; Úrsula Corberó correcta como siempre; la más
sorprendente para mí ha sido Mar Regueras, haciendo ya de tía de la
protagonista, inasumible para mí, pero me ha encantado su personaje. Si no has
visto “La dama velada” te la recomiendo vivamente.
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